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“Me encantaría conocer a quienes recibieron los órganos de Luciano y poder abrazarlos»

Días pasados, “La Campaña de Justina” publicó el conmovedor relato de la madre del joven arquitecto sanfrancisqueño donde describe su movilizadora experiencia y se expresa sobre la importancia de la donación de órganos.

La normativa que se conoce como “Ley Justina” es en homenaje a Justina Lo Cane, la niña de 12 años que falleció el 22 de noviembre de 2017 a la espera de un corazón. El 26 de julio de 2018 su nombre se convirtió en justicia para miles de personas que ahora podrán recibir una donación.

La ley 27.447, reglamentada en enero de 2019, dispone que “toda persona mayor de 18 años” es donante de órganos salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario. Así, quienes deciden no donar sus órganos, están inscriptos en un registro de no donante.

Una decisión para salvar otras vidas

«La verdad que me cuesta mucho y en ocasiones me cuestiono por exponerme públicamente con todo esto, pero, desde ese día hasta hoy, quiero contarle al mundo que haber donado los órganos de mi querido Lucho me da mucha paz, él del otro lado de la vida no los necesita y pudo dar vida a otros”, relata Alicia, con mucha emoción y valentía, en el comienzo de la publicación.

El 3 de septiembre de 2015, Luciano Pizzi, de 34 años, salió a entrenar con su bicicleta, como todos los días, con un grupo de amigos. De regreso se adelantó al pelotón, porque tenía un compromiso en la ciudad, aproximadamente a las 14:35 y antes de llegar al acceso de la localidad de Josefina, fue atropellado por un camión y quedó muy mal herido.

Esa misma noche lo operaron en el Hospital Iturraspe para descomprimirlo de sus lesiones en la cabeza, pero al día siguiente los médicos indicaron que tenía muerte encefálica.

Alicia recuerda el momento de la decisión, cuando aún la Ley 27.447 no estaba vigente. “Siempre tuve la esperanza que podía salir, pero hasta el día de hoy no sé explicar porqué, yo le pregunté al médico si se podía donar sus órganos. Mi esposo Roberto y mis tres hijas aceptaron y en ese terrible momento tomamos la decisión”.


Alicia, Roberto, sus hijas Romina, Paola, Virginia y su nieto Nicanor

“Luego, nos enteramos que él era donante, porque así lo había dejado registrado tiempo atrás, pero nunca lo habíamos hablado. Esto también nos dio mucha paz.”.

“Esas horas fueron terribles, -rememora Alicia- pero estábamos conmovidos por las muestras de apoyo y la cantidad de gente que se quedaba en la guardia del Hospital para acompañar a Luciano y a nosotros en esa situación tan inexplicable”.

Quienes conocieron a Luciano lo recuerdan como una persona muy alegre, comprometida y solidaria. “Luego de su fallecimiento nos enteramos de que además de desempeñarse como Presidente del Centro Vecinal de Barrio Maipú colaboraba y estaba a disposición de varias organizaciones sociales y ayudando a distintas familias de la ciudad que necesitaban una mano para construir sus viviendas y no podían pagar los honorarios de un arquitecto”.

Una aviso de luz y esperanza

En Diciembre de 2015, la familia de Luciano recibió una nota remitida por el Ente Coordinador de Ablación e Implantes de la Provincia de Córdoba. “Al tiempo desde Ecodaic, nos enviaron una hermosa carta donde nos decían que dos personas recibieron sus riñones (Miguel de 48 años y Graciela de 40), dos, sus córneas (Alberto de 74 años y Claudia de 51) y que además se habían ablacionado, para futuros transplantes, tejido y válvulas coronarias, ya que su corazón no se pudo porque tuvo anomalías durante la intervención».

“Sinceramente me encantaría conocer a quienes recibieron los órganos de Luciano y poder abrazarlos. De todas maneras sé, a través del testimonio de muchas personas que han sido transplantadas, que del otro lado también hay alguien que, al recibir un órgano, pasa por distintos procesos y experimenta diferentes sensaciones, por lo cual hay que respetar los tiempos y fundamentalmente las decisiones de cada uno”, concluyó.

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