Economía

Por primera vez en el año, la mayoría de los medicamentos congelaron sus precios en septiembre

El comportamiento de los precios se explica por el acuerdo entre el Gobierno nacional y la industria, que rige hasta el 31 de octubre. En agosto, el incremento había sido del 27%.


Los precios de los medicamentos se mantuvieron prácticamente estables el mes pasado. Salvo excepciones, el valor de estos productos no se incrementó, gracias a la política de congelamiento establecida hasta el 31 de octubre por el Gobierno nacional en acuerdo con los laboratorios.

El dato se desprende del relevamiento mensual realizado. En septiembre, la suba registrada fue del 0,68%, el índice más bajo desde el inicio del sondeo, en junio de 2022.

El monitoreo se realiza sobre la base de los 60 productos más vendidos en farmacias. Permite establecer diferencias entre los remedios de venta libre y los que se expenden con prescripción.

En el caso de los primeros, la suba registrada en septiembre fue algo más elevada, del 4,2%.

ANTECEDENTES

El Gobierno nacional definió un congelamiento de precios en los medicamentos desde mediados de agosto hasta el 31 de octubre próximo. La medida alcanza a todos los productos que se venden en farmacias, incluidas las cremas dermatológicas y las fórmulas de inicio.

Esta política de regulación de precios se diferencia de las anteriores, ya que establece por primera vez un congelamiento temporal. Los anteriores acuerdos que se realizaron con la industria farmacéutica establecían topes para los aumentos, sobre la base del Índice de Precios al Consumidor (IPC), relevado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Esos convenios tenían un límite. Cada vez que los pactos finalizaban, los precios de los remedios se disparaban. Tal fue el caso de agosto, cuando se registró una suba del 27%.

En tanto, el monitoreo de precios que realiza el Colegio de Farmacéuticos de Córdoba sobre una base de 19.207 productos, detectó en septiembre una suba promedio del 2,2%, el valor más bajo del último año.

Sin embargo, la variación acumulada en lo que va del año (enero-septiembre) se mantiene alta: 80,36%.

También es elevado el aumento interanual (septiembre de 2022 a septiembre de 2023) que ya llega al 146,7%, más de 20 puntos porcentuales por encima de lo registrado por el IPC (124,4%).

CUÁLES FUERON LAS EXCEPCIONES

Algunos medicamentos de venta libre, así como ciertos productos elaborados con insumos importados y las fórmulas de inicio, escaparon de la regla.

Por caso, la aspirina Prevent, la Aspirineta, la Bayaspirina y el Actron incrementaron sus precios un 12,35% en septiembre. El Ibupirac 600 de cápsulas blandas subió el 7%, teniendo como excipiente un producto importado.

Las fórmulas de inicio (conocidas como leches de fórmula) reportaron aumentos más marcados. La Sancor Bebe 1 subió un 53,73% (aunque en agosto, el precio se mantuvo). Y la Vital 1 se encareció un 15%. Por su parte, la levotiroxina de Glakso aumentó un 5%.

RIESGO PARA LA GENTE

Si se tienen en cuenta los aumentos interanuales, los medicamentos subieron por encima de la inflación. Esto, como en cualquier otro rubro, repercute en los hábitos de consumo.

Miguel Lombardo, presidente de la Federación Argentina de Cámaras de Farmacias (Facaf), advirtió que muchas personas están discontinuando sus tratamientos. “El encarecimiento disminuye el acceso. Y la farmacia vende menos porque a la gente no le alcanza el dinero para comprar”, sostuvo.

Lombardo detectó dos conductas de riesgo en la población: la de quienes suspenden sus tratamientos y la de quienes los discontinúan. Por ejemplo, hay personas que toman un comprimido día de por medio. Otras que lo hacen cada 12 horas, cuando la prescripción médica es de uno cada ocho horas.

“La gente ajusta sin ser del todo consciente lo que significa abandonar un tratamiento”, indicó.

Además de riesgos para la población, esta conducta entraña una mayor inversión para el sistema de salud. “Si no tratamos a los pacientes con hipertensión, puede aumentar el riesgo de infartos o de accidentes cerebrovasculares”, agregó.

Estos problemas aumentan en las personas que no tienen empleo formal y que no cuentan con un sistema de seguridad social, ya que no pueden acceder a los descuentos. En cambio, la suba de precios impacta menos en los jubilados, ya que la obra social Pami tiene un convenio especial con las farmacias.

Sin embargo, Lombardo aclaró que si el precio de venta aumenta, pero el de Pami se mantiene, esa diferencia debe ser absorbida por la farmacia.

El representante de la Federación informó que estos productos acompañaron por lo general la inflación, salvo en los momentos en los que hubo acuerdos de precios. “Después de esos ajustes, y sobre todo con la devaluación, el valor de los remedios se disparó. Como era de prever, eso trajo sus problemas”.

EXPECTATIVA POR LO QUE VENDRÁ

El congelamiento rige hasta el 31 de octubre. Días antes, los distintos sectores que intervienen en la conformación del precio se reunirán para evaluar el comportamiento de las distintas variables de la economía.

Lombardo aclaró que las farmacias no son formadoras de precio, y que esos valores son establecidos por la industria o los laboratorios. “Esperamos que las cosas se hagan bien, que no aumenten, para que nuestros clientes puedan seguir comprando”, finalizó.

La dificultad de regular el precio de los medicamentos

Nelson Montoya Jaramillo, especialista en Salud pública y exdirector de la Clínica Reina Fabiola, considera que el tema de los medicamentos es complicado ya que está atravesado por múltiples variables.

Por comenzar, a nivel mundial, estos productos son controlados por la Organización Mundial del Comercio. Sin embargo, el experto –que fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo– considera que los remedios son bienes públicos de salud. Por lo tanto, deben ser monitoreados por autoridades sanitarias.

Montoya Jaramillo asegura que no es sencillo controlar los precios. Por una parte, los laboratorios ejercen y ejercieron lobby para poder instalar sus productos en el mercado y lograr la aprobación para ser comercializados.

En algunas ocasiones, hacen cambios mínimos a la fórmula, que no modifican ni mejoran la terapéutica del medicamento anterior. Así el laboratorio logra sacar al mercado un producto diferente como NF (nueva fórmula), con un incremento de precio muy pronunciado que evita los controles que se realizan sobre las fórmulas anteriores.

“La industria farmacéutica suele alegar que los medicamentos tienen componentes importados. Con eso justifican los aumentos”, agregó.

En algunos países, los estados tienen un listado de remedios esenciales, “que controlan con mayor intensidad y así evitan que los incrementos superen las realidades inflacionarias de cada nación”, agregó.

CÓMO REPERCUTE EN EL PACIENTE

El especialista coincidió en que estos aumentos terminan repercutiendo en los usuarios. Señaló que los medicamentos no deben ser considerados productos como cualquier otro (como puede ser, por ejemplo, un alimento). Por el contrario, son bienes públicos.

“Estas subas perjudican al usuario, al que no le alcanza la plata para comprar medicamentos y termina abandonando el tratamiento. No todas las personas tienen la habilidad de consultarle a su médico de cabecera por otro remedio más barato o por un genérico”, señaló.

Por otra parte, el profesional que trata a ese paciente, muchas veces, desconoce esta realidad y “se queda sin saber si el medicamento que está prescribiendo no es efectivo para la patología”.

Los incrementos también afectan a las obras sociales y prepagas, a su entender, ya que tienen que absorber esos costos. En especial, aquellas que ofrecen coberturas del cien por ciento en medicamentos.

Montoya Jaramillo sostuvo que este tema complejo y desafiante debe generar un debate que involucre a distintos actores y que hay que reforzar los mecanismos de control.

La regulación del precio de los medicamentos debería estar en la agenda pública de los principales candidatos que competirán por las elecciones presidenciales en octubre próximo.

Fuente: La Voz del Interior.