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El “morocho del abasto” y su paso por San Francisco

Anastasio Hernández, en su libro “Vida y obra de Carlos Gardel”, relata el día en que el “zorzal” cantó en San Francisco. Según cuenta, el teatro se encontraba totalmente colmado de público y mucha gente se había quedado afuera. Fue entonces que Gardel ordenó que se abran las ventanas del teatro para que las personas que no habían podido ingresar puedan disfrutar del show. “Ellos no tienen la culpa de que no haya más lugar”, habría dicho el “morocho del abasto”.

El empresario encargado de la gira de Gardel por la provincia de Córdoba, José Doliani, relató en el libro que “esa noche, el dúo cantó más canciones que nunca”.

Esta fue la penúltima actuación de este famoso dúo ya que, el 30 de septiembre de ese mismo año, y luego de una actuación en la ciudad de Rafaela, José Razzano decide poner fin a su carrera como cantante debido a que una afección en las cuerdas vocales lo obligó a retirarse de los escenarios.

Hernández cuenta otra anécdota poco conocida de Gardel. Relata que, previo a la llegada a San Francisco, el dúo estuvo en la localidad de Santiago Temple. Allí había una fiesta que había organizado la escuela del lugar. En un escenario improvisado, Gardel y Razzano cantaron para los presentes. Luego de su canto, empezó el baile. Allí, muchas jóvenes se acercaron a regalarle rosas a Carlitos, pero él había puesto su mirada en Herminda Elisa Magrini, una bella joven de 18 años oriunda del lugar.

Gardel le preguntó al hermano de Magrini si ésta quería bailar con él, pero ella se negó debido a que su novio estaba presente y era muy celoso. Según el libro, la joven indicó: “además, mi novio era más lindo que Gardel”, recordando que Carlos no era lindo, pero sí muy simpático y pintón.

En la ciudad de San Francisco, Gardel tiene su propia plazoleta y la plaqueta correspondiente en la famosa esquina donde cantó para los sanfrancisqueños. Hoy, en otro contexto totalmente diferente, se recuerda al gran cantante a 86 años de su trágica muerte en el accidente aéreo de Medellín.

“El recuerdo de los tangos fácilmente no se olvida, siempre se lleva en la vida por más que pasen los años. Acordes armoniosos que duermen en la mente, volviendo en el recuerdo del sueño a despertar” El recuerdo de los tangos, de Francisco Canaro.

Fotos: Víctor Gabriel Velázquez y Archivo Gráfico y Museo Histórico
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