Política

Las 2 obsesiones de Mauricio Macri

Era verdad que el Presidente no ve televisión ni lee diarios. En su despacho en Olivos no hay televisor ni diarios sobre el escritorio ni sobre la mesa alrededor del living. Cuando habla, a diferencia de los tiempos de la campaña electoral, las referencias no son en metáforas futbolísticas sino en obras públicas, sobre todo autopistas y caminos. El ingeniero aparece todo el tiempo. Del gobierno anterior el mayor recelo lo tiene con Julio De Vido -desencuentros sempiternos entre ingenieros y arquitectos- y le cuesta entender por qué la Justicia comenzó a revisar el pasado por Cristina Kirchner y no por ex funcionarios como el ministro de Planificación.

Cree en privado -y lo dijo en público- que el kirchnerismo despilfarró más de lo que robó. Con puntillosidad aritmética calcula: gracias a la época, fueron 660 mil millones de dólares más a favor de la década K comparándola con los 90 y concluye: ¿Dónde están? ¿Cuánto se pueden haber robado, con toda la furia? ¿5.000, 6.000 millones? ¿Y el resto? ¿Cómo puede ser posible que haya obras públicas con demoras de 7 años pagadas ya íntegramente a los contratistas? No le reconoce nada al kirchnerismo. Nada.

El Presidente mira todo como un megaproyecto de país. Su discurso es completo y redondo. No hay fisuras ni lugar para las dudas. Es un fundamentalista de la economía de la producción y del capitalismo. En su lógica tiene diagnóstico y remedio. Intelectualmente es un desarrollista más de Rogelio Frigerio (el original) que de Arturo Frondizi y pudo haber llegado por una coalición peronista –como Frondizi en el 1958- o por una anti, como lo hizo finalmente él. Sorprende por repetir letanías de los 90 y una fascinación –a veces exagerada- por los Estados Unidos que parecía estar borrada del discurso político local. Si tiene razón en lo que dice estamos en presencia de un líder político por mucho tiempo. Si no la tiene, las consecuencias de su política e ideas tendrán un inmenso costo social sin precedentes.

Por momentos se asume como un cruzado. «El país gasta más de lo que produce y esto tenemos que entenderlo. Estamos en el traspaso de ese país a otro productivo, donde todos recibamos lo que nos corresponde porque lo producimos. Y podemos producir mucho más» dice.

Explica que las retenciones a la minería apuntaron más al litio que a otra cosa. «Pero de qué sirve que saquen el litio si no podemos producir las baterías en el país. A eso tenemos que apuntar: a producir el valor agregado acá. Basta de alimentar a los chanchos en China con nuestra soja. Hay que alimentarlos acá», agrega.

No le gusta el Fútbol para Todos. «Cada 35 millones de pesos que destinamos al fútbol, significa que puedo hacer un jardín de infantes menos» es una frase que el periodista jamás creyó escuchar de boca de un presidente cuyo origen político fue precisamente la política deportiva. Le parece una gran señal que Turner quiera invertir en Argentina tanto en televisión abierta (Telefe), como en una cableoperadora (SuperCanal) o en el fútbol.

«Todos tienen que competir para ver quien se lleva el fútbol. Si es Clarín, bien. Si es Turner, también» explica, negando que su fiel Daniel Angelici sea el virrey de los norteamericanos en Buenos Aires, aunque reconociendo que el interés de Turner por el país apareció en la visita de Barack Obama. «Fue espectacular. Nunca vamos a poder agradecerle a Obama lo que nos ayudó con esa visita. Nos acorto el tiempo para explicarle al mundo que habíamos vuelto. Y encima Mora Godoy, una genia, con esa foto del tango que se vio en el mundo entero», se explaya.

Cuenta que José María Aznar le dijo la semana pasada que el regreso de Argentina al mundo coincidió con un momento en que «faltan buenas noticias». Y que la llegada de las inversiones es cuestión de tiempo, pero que ya están llegando. «¿Como puede ser posible que los japoneses de Bridgestone lo tengan claro y algunos acá todavía no?» se pregunta.

Promete que las Lebacs al 38% no serán eternas y que bajarán paulatinamente. Le preocupa de sobremanera la inflación, al punto de sacrificar el crecimiento de la economía en el 2016, si fuera necesario. «No solo es grave una inflación del 6% en abril, es grave 6% en el año» dice. Como muestra de su optimismo repite una y otra vez que Argentina logró colocar 15 mil millones de dólares al 7%. «El mundo nos quiere prestar, eso antes no pasaba» es el discurso eufórico. Aquí el periodista ni se emociona ni quiere contradecir al Presidente, y recuerda que ya muchos gobiernos antes festejaron como un éxito de política economía el poder endeudarse fácil en el exterior, como si fuera una decisión de inversión y no una jugada financiera de estrategas de los números que apuestan a un bono soberano que paga la friolera –para el mundo normal- del 7% anual.

No le preocupa ni inquieta Cristina Kirchner. En la lógica macrista la sociedad ya la condenó: tiene un 25% de los votos y no sube ni baja. ¿No son muchos votos para alguien que puede ser candidata a senadora en la provincia en el 2015? «Falta mucho para eso. Mucho tiempo» se fastidia con la pregunta. Confiesa que nunca pensó que la Justicia la involucraría en la causa de dólar futuro y repitiendo el credo laico de PRO jura que no tiene operadores en la Justicia y que no conoce ni a Carlos Rosenkrantz ni Horacio Rossati. Que las dos nominaciones para la Corte saldrán del Senado en mayo y que Rosenkrantz no es de Clarín, es «de Rosenkrantz. Me han dicho que es uno de los mejores juristas de la Argentina».

El eje de la charla es casi totalmente económico. Las decisiones importantes de política económica las toma él, después de escuchar al comité de Alfonso Prat Gay, Federico Sturzenegger y Mario Quintana. No se cree en los superministros de Economía y pondera el trabajo en equipo. Nada contesta cuando se le pregunta si los aumentos eléctricos y el tarifazo en colectivos no pudieron comunicarse mejor. Le parecen cuestionamientos menores frente a la gran tarea y el enorme desafío. Dice que le no le alcanza el día para todo lo que tiene ocuparse, no llega a confesar el insomnio de Gabriela Michetti –y que la vice también dice que padece el Presidente- y si reconoce que tiene una «enorme angustia» por los que están pasando mal, pero que lo alienta saber que pese a estamos en un momento complicado, el 60% de los argentinos confían en su Presidente. «Eso me da aliento, pero me mete una enorme presión» agrega.

Quiere dar la sensación de que no está encima de las noticias diarias, pero tiene una carpeta con los cuadros de las inundaciones en el litoral, hora por hora. Dice no saber detalles de lo que pasó en la «tragedia» de la Time Warp, ni que 24 horas antes Marcos Peña le pidió a Patricia Bullrich que modere su pasión mediática, aunque sin querer acepta que «los ministros forman parte de una estrategia general». Habla bien de los diputados. «Volvimos al mundo el día que los diputados le dieron media sanción al proyecto de los holdouts. Era la señal que estaban esperando de nosotros» explica y también pondera a los gobernadores, desde el entrerriano Gustavo Bordet –»habló con (François) Hollande de igual a igual en un francés que me dejó helado»- hasta el rionegrino Alberto Weretilneck. ¿La provincia mejor administrada?: «De lejos San Luis, los Rodríguez Saá entiende ron antes que nadie que no había que dar trabajo público a la gente, sino generar las condiciones desde el Estado para que la gente tuviera trabajo».

Está más flaco y se nota en la hebilla del cinturón gastada, combinada a la perfección con uno de los pares de sus zapatos marrones oscuros (tiene tres pares iguales). Viste el uniforme oficial de PRO: traje azul y camisa celeste de cuello italiano, sin corbata. En otra sala se la escucha a Antonia. Vive en la casa de huéspedes de Olivos, esperando a que terminen la obra de remodelación de una Quinta Presidencial que se parece mucho a esos clubes de los años 50 que solo recibió alguna mano de cal en pintura con evidentes muestras de decaimiento y sobre todo tristeza. El jardín a juzgar por la vista es lo mejor que dejó el kirchnerismo. Tenía razón Cristina cuando, al despedirse, planto flores de un solo color, amarillo, en uno de los canteros centrales de la quinta.

Fuente: Infobae. http://www.infobae.com/2016/04/24/1806702-las-2-obsesiones-mauricio-macri.

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