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La Pandemia y la aceleración de las mediaciones

La actual pandemia se rodea de un conjunto de términos que, si bien, algunos surgieron en otros contextos hoy toman especial significación. Entre ellos, “desinformación” e “infodemia”.

En una sociedad donde la mediatización de la vida cotidiana es cada vez mayor, permitiéndonos estar “conectados al mundo”, tal vez sobre las necesarias inmediaciones cuerpo a cuerpo, este aislamiento social preventivo y obligatorio potencia la relación mediada con el mundo y nuestra realidad.

Y ahí surge la tan teorizada cuestión de la construcción de mundo y de realidad. Esta situación especial, anómala de encierro físico, ha propiciado que las pantallas se conviertan en las actrices principales de nuestras vidas: pantallas para trabajar, estudiar, vincularnos con familiares y amigos, informarnos, para los momentos de ocio, gestiones de trámites, abastecernos, entre otras.

En la esfera más micro, las mediaciones cotidianas que resuelven desde los encuentros afectivos hasta las tramitaciones han acelerado la imperiosa necesidad de su apropiación, lo que ha devenido en la deconstrucción de lógicas previas para asimilar los “intuitivos” recursos digitales, principalmente en las generaciones más “analógicas”.

Claro está que presuponiendo el acceso a la tecnología, lo que implica disponer del dispositivo, de la conexión y de la capacidad de solventarla.

Por su parte, la esfera macro de la comunicación, es esencialmente mediatizada, ya que por nuestra experiencia directa no podemos estar en todas partes, ni saber qué pasa. Sólo a través de las mediaciones de los medios de comunicación tradicionales y de los más reciente medios digitales, podemos acceder al mundo.

Por eso, en este contexto, ser conscientes de términos como: “infodemia” y “desinformación”, nos permitirá convivir con nuestra realidad de una manera más racionalizada.

La “Infodemia”, definida como: “la epidemia informativa de la pandemia”, es el concepto más reciente que refiere a su capacidad de acelerar la propagación de informaciones, algunas ciertas y otras no, que propician un estado generalizado de tensión permanente, pánico, angustia, estimulando conductas que pueden ser perjudiciales.

Esta sobredosis informativa, tal vez caótica, con múltiples mensajes de fuentes diversas, no siempre confiables, genera una especie de “video clip” de imágenes y palabras, que emulan certezas espasmódicas. La consecuencia de ello, es una severa desinformación angustiante.

Dentro de los consejos para hacer frente al aislamiento, se ha hecho hincapié en el consumo racionalizado de noticias de fuentes confiables, a fin de atenuar los efectos socio psicológicos que esta situación pueda provocar en la población.

La complejidad de la vida actual se ha dado en gran medida por la interconexión mediada, que ha reconfigurado el espacio, el tiempo, las distancias afectivas, los “haceres” y los “decires”. Esta pandemia, está homogeneizando a las sociedades en la mediación digital de sus mundos.

Sectores que están afuera por resistencia, ignorancia, decisión, o infraestructura específica, ahora se encuentran en una veloz carrera hacia estos procesos.

Por ello, como la medicación de nuestras vidas vino para quedarse, la necesidad de reflexión sobre nuestros vínculos y sobre cómo se va construyendo nuestra percepción de la realidad, es menester que la asumamos como una nueva forma de responsabilidad ciudadana.

Nota publicada en: www.delpasoproducciones.com.ar

(*) Secretaria de Investigación y Extensión del IAPCS de la Universidad Nacional de Villa María. Coordinadora de la Carrera de Comunicación Social de la UNVM.