Policiales

Genera optimismo la producción de cannabis medicinal en el país

La posibilidad de que Argentina se sume a la carrera por la manufacturación de la marihuana genera buenas expectativas. Esta “fiebre verde” llegó al gobierno, que deseoso por diversificar la estructura productiva y generar divisas busca apuntalar el desarrollo de esta actividad. El ministro de Producción, Matías Kulfas, sostiene que podrían generarse 10 mil puestos de trabajo y un mercado de 500 millones de dólares. Además, “proyectando un escenario conservador”, el sector podría generar US$50 millones en concepto de exportaciones. Al ser pocos los países embarcados en esto, desde el gobierno entienden que con reglas de juego claras y estímulos para la investigación en torno a la genética, cultivo y cosecha, el país tiene potencial “para convertirse en líder regional e insertarse en el comercio internacional”.

Sin embargo, la industria cannábica aguarda por un marco jurídico más estimulante para dar sus primeros pasos en el país. En ese sentido, tras obtener media sanción en el Senado, el nuevo marco normativo sobre el cannabis espera ser aprobado por la Cámara baja. Se trata de un proyecto de ley que pretende allanar el camino para la industrialización de la marihuana y el cáñamo. El proyecto fue presentado por el mismo ministro de Producción Matías Kulfas y busca acabar con las reglamentaciones opacas que aún persisten en la cadena de producción y comercialización. Desde el Ministerio ven a estas hierbas como un commodity. Para decirlo en otros términos: como materia prima para la agroindustria e insumo para los laboratorios.

El cannabis en la región y el mundo

En Latinoamérica hay dos países que corren con ventaja. Se trata de Uruguay, que legalizó la producción y consumo de la planta hace ocho años, y Colombia, que de la mano de flexibilizaciones de las exportaciones de derivados de la marihuana esperan ampliar la producción y su presencia en el comercio internacional. Al ser pocos los países en el mundo con marcos normativos que garanticen la industrialización de la hierba, se presentan grandes oportunidades para quienes avancen en materia de reglamentaciones. Así lo entienden algunas autoridades del gobierno nacional, gobernadores provinciales y jefes comunales. Se trata de una novedad.

Los países líderes que concentran el mercado global de cannabis no avanzaron con la legalización sino hasta mediados de los 90´. Es el caso de los Estados Unidos, cuyo estado pionero en aprobar la marihuana con fines medicinales fue California en 1996. Mientras que Canadá, el otro jugador fuerte del mercado cannábico, lo hizo recién en el 2001. En ambos países la actividad fue designada “servicio esencial” durante la pandemia, por la importancia económica del sector y proveer insumos para la salud. Al pasar de la clandestinidad a la regulación, no solo genera empleo directo e indirecto, sino que permite a los estados nutrir su recaudación. Por caso, en California, en donde además está aprobado el consumo recreativo, los tributos aplicados permitieron recaudar más de mil millones en tres años, según el diario californiano Orange County Register. Sin embargo, se trata de una cifra inferior a la proyectada en un principio en el estado que detenta el mercado legal de cannabis más grande del mundo.

La realidad de la producción en Argentina

En el país, actualmente, la Ley 27.350 establece el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal de los cannabinoides. Bajo este marco normativo, hay 11 convenios de investigación y desarrollos aprobados por el Ministerio de Salud. En diálogo con La Nueva Mañana, Silvina Lewis, directora del Instituto de Recursos Biológicos del Inta, explicó que las autoridades nacionales aprobaron convenios en Jujuy, Salta, la Patagonia, San Juan, en la provincia de Buenos Aires y Santa Fe. Además, recientemente firmó convenio el Centro de Investigaciones Agropecuarias de Córdoba (CIAP) del Inta con la empresa privada Produsem SA.

Lewis, referente del Inta en la comisión nacional de cannabis y comisión evaluadora de los proyectos que presenta el instituto, aclaró que no todos los proyectos buscan necesariamente cultivar la hierba o producir fitopreparados (como aceites). Por caso, “algunos involucran capacitación en la temática”, la colaboración con diferentes asociaciones y laboratorios para trabajar en genética u otras “temáticas relacionadas al cannabis”. En torno a la hierba, se conformó una red de investigación científica constituida por las principales instituciones de ciencia y técnica del país, conjunto a organizaciones no gubernamentales, estamentos del estado y empresas.

Desde el gobierno entienden que el país tiene potencial “para convertirse en líder regional e insertarse en el comercio internacional”.

La científica del Inta también añadió que estas “nuevas capacidades” crean las bases para investigar y producir cáñamo industrial, conforme avance el nuevo marco regulatorio. De todos modos, en lo que respecta al cannabis medicinal, la realidad de los proyectos atraviesa diferentes estadios. La mayoría se encuentra recién en fases de planificación, lo cual significa que aún no comenzaron a cultivar. Es el caso de la experiencia de Río Negro, que se encuentran una fase avanzada de planificación. Mariana Amorosi, asistente de Planificación Regional del Inta Patagonia Norte, explicó a este medio que buscan sembrar cepas nativas y comparar la productividad cultivando “a campo” y utilizando invernaderos “con diferente tecnología”. El proyecto fue aprobado a principios de año; actualmente, están terminando el diseño del sistema de trazabilidad de cannabis y sus derivados que luego será suministrado al laboratorio estatal Profarse para hacer el preparado. Estiman “arrancar en noviembre” para en abril del año próximo “tener los primeros resultados”.

¿Y Córdoba?

Córdoba, por su parte, tampoco quiere dejar pasar la oportunidad y también se suma a la “fiebre verde”. En el departamento de Calamuchita, precisamente en la localidad Villa Ciudad Parque impulsan el cultivo de cannabis “con fines medicinales, terapéuticos, y de investigación científica”. Pablo Riveros, intendente del municipio, contó a LNM que están “bastante avanzados” en la materia. Disponen de profesionales de la salud formados en “terapia especializada en cannabis” que les permite atender a pacientes en los centros de salud con terapias cannábicas. Además, apoyados por el Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (Inbias) y la Universidad de Río Cuarto, presentaron un proyecto para cultivar con el fin de elaborar aceite. Se trata del único presentado desde Córdoba y está “a punto de ser aprobado”, aclaró Riveros, quien estimó que “a fin de año” estarían trabajándolo.

Habiendo así condiciones de mercado, esta experiencia piloto comprueba la potencialidad del cannabis medicinal en el país. Sumado a ello, con la vista puesta en los costos de producción (más bajos que en occidente; por baratura de la mano de obra y condiciones naturales del ambiente), algunas multinacionales comienzan a interesarse. Es el caso de la firma de origen canadiense Cronos Group Inc., que opera en el país a través de Droguería ABP y recibió la habilitación para importar cannabis medicinal en el año 2019, de acuerdo a un documento publicado en marzo por el Ministerio de Desarrollo Productivo.

Dejando de lado el optimismo, los números que suele publicar la prensa muchas veces responden a expectativas infundadas. Por mencionar solo un ejemplo, a partir de la legalización del consumo recreativo en diferentes estados de EEUU, las acciones de las empresas cannábicas crecieron con intensidad, hasta desplomarse y perder más de la mitad de su valor. No obstante, esto no significa que la industria se haya contraído. Inversamente, tanto en Canadá como en EEUU permanecieron expandiéndose a buen ritmo, pero por debajo de la expectativa. También vale aclarar que ninguna de las empresas líderes en el mundo encuentra en las exportaciones su principal ingreso. Dos factores explican esto: el proteccionismo en el que incurren las economías actualmente y un mercado global tan reducido como concentrado. Asimismo, los avances hacia la legalización son pausados y tanto la importación como los despachos deben satisfacer controles tan rigurosos como exigentes requerimientos.

Actualmente el único proyecto activo de todos los presentados es el de Jujuy. Allí, la empresa del estado provincial Cannava sembró una superficie de 1,5 hectáreas. El técnico del Inta Víctor Mollinedo explicó a este medio que en el 2020 se cultivó y cosechó, aún en fase experimental. Actualmente, aspiran a extender el área sembrada a “35 hectáreas”, para a mediado plazo llegar a las “600 hectáreas de producción a campo”. Esta provincia no solo explica los primeros cultivos legales en el país, también en Jujuy se elaboraron los primeros compuestos farmacéuticos derivados.

Un informe oficial de Cannava revela que, en la fase experimental, el “laboratorio piloto” extrajo alrededor de 10 litros de aceite crudo de CBD, luego de procesar más de 60 kilos de flores. Producción que obtuvo la aprobación del Anmat, según comentó su presidente a medios locales. Así, esta empresa estatal que se erige como vanguardia en el país cuenta con una capacidad instalada para “procesar 45Kg de biomasa por hora” en su planta farmacéutica, conforme incorporen mayor escala a la siembra de cannabis.

Fuente: La Mañana.