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Dentro del Skatepark, una realidad distinta

Sobre un lado de la «Costanera», en calle Cervantes. Entre el verde y la ruta. Entre las bombillas de mate y los monumentos a la memoria. Con los atletas corriendo al costado sin perder el ritmo. Y con el sol golpeando sobre el asfalto. El Skatepark se alzó hace más de 7 años y constituye actualmente una parte esencial de la vida de muchos jóvenes.

Un practicante de la disciplina, Mauro Maggi, admitió que “hace diez años realmente era impensada la movida del skateboarding en la ciudad”.

Mauro tiene 19 años y practica sobre el skate desde los 8. Él, como muchos otros chicos, decide pasar sus tardes arriba de la patineta realizando trucos y divirtiéndose con amigos. “Antes por ahí era más difícil, porque la gente no terminaba de comprender el deporte. Pero desde que se construyó el Skatepark, y desde que la gente se empezó a acostumbrar a que estemos acá, recién ahí me parece que vimos mucha más aceptación”, explicó el joven.

“Vemos que hay chicos re chicos que se acercan para que les expliquemos algún truco, y en general hay mucho entusiasmo. Pero lo más importante es que la mayoría de la gente más grande nos acepta mucho más”, relató Mauro.

Las gestiones para la realización del Skatepark comenzaron en 2010 en conjunto con la Dirección de Deportes bajo la intendencia de Martín Llaryora. Los diseños de la pista se pensaron en conjunto con la Asociación Cordobesa de Skate, para que en agosto de 2012 se construyera el espacio.

Además, Mauro señaló: “igual me parece que la magia del Skatepark no es tanto por el lugar, por las rampas o por las escaleras. Lo más lindo de venir acá es reunirte con los pibes y pasar el tiempo todos juntos. Hay días que ni me traigo la patineta o que si la traigo no la uso ni para barrer, porque lo mejor de este lugar es juntarse, escuchar música y tomar mate”.

La pista de skate se encuentra sobre calle Cervantes

Desde las gestiones originales que la pista fue concebida como un espacio público, de carácter libre y gratuito. Aun así, Mauro reconoció que para él y muchos otros chicos, el Skatepark es “una segunda casa”.

“Es como algo propio. Es difícil de explicar. Pero cuando tenés a todos tus amigos acá y cuando encima es el lugar donde haces lo que te gusta, es difícil no agarrarle cariño”, confesó el joven.

Sobre las disciplinas que se practican en el espacio, Mauro aclaró: “acá en el Skatepark se hace lo que se considera como ‘deportes extremos’. Esto incluye el skate y los muchachos que saltan en bici más que nada. Aunque también hay un pibe que viene en monopatín y algunas chicas que se llegan en los rollers. Son todos bienvenidos”.

“Hay igual una especie de mito que dice que entre los que andamos en patineta y los que van en bici hay rivalidad. Y eso es mentira. Es como los hermanos. Por ahí te insultas, te peleas y al otro día está todo bien”, aclaró el joven.

Por Nahuel Gaitán
Pasante CRES