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De la UTN a desarrollar radares para uso civil y militar

Con sede en San Carlos de Bariloche, dicha firma es considerada la empresa tecnológica más prestigiosa en América Latina. Fue creada en 1976 mediante un convenio entre el Gobierno de la provincia de Río Negro y la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina, naciendo como un proyecto de egresados del Instituto Balseiro.

Dentro de la empresa, Dovis, que trabajó también como docente e investigador hasta noviembre pasado, se desempeña como ingeniero de diseño y análisis de RF (radiofrecuencia) en proyectos de defensa. Respecto a sus tareas, trabaja en el desarrollo de la tercera generación de radares primarios para uso civil y militar. También participó en el desarrollo del nuevo satélite de comunicaciones de Argentina: ARSAT SG1.

Su llegada a INVAP

El profesional, oriundo de San Francisco pero que vive en Bariloche desde julio pasado, explicó cómo fueron sus comienzos en la empresa de Río Negro: «Empecé a trabajar en INVAP el año pasado, cuando estaban haciendo una búsqueda de ingenieros electrónicos para proyectos nuevos».

En esa línea, Dovis explicó que INVAP se divide en cuatro grandes áreas: el área Nuclear, que es la encargada de desarrollar grandes proyectos nucleares alrededor de todo el mundo; el área Espacial, que piensa al Espacio como un recurso estratégico universal para el bienestar de la humanidad y por lo tanto desarrolla tecnología espacial; el área Defensa, seguridad y ambiente, que realiza desarrollos para gobiernos y actores privados para aportar tecnologías innovadoras en dichos ámbitos; y el área Sistemas Médicos, que acerca tecnologías nucleares para sumar posibilidades de estudios de diagnóstico y tratamientos contra el cáncer, con un alto nivel de precisión y eficacia.

Dentro del área de Defensa, seguridad y ambiente, Dovis se encuentra dentro del RPA200 (Radar Primario Argentino 200). «Es la tercera generación de radares primarios que hace INVAP. Un radar primario es un radar para detectar, básicamente, aviones que no quieren ser identificados. Se utilizan tanto en guerra para detectar al enemigo como para el control de fronteras. Algunos de los que estamos haciendo nosotros los compró la Fuerza Aérea para hacer monitoreo de fronteras. A su vez, el mismo radar, pero con la configuración en modo civil, se ha convertido en el primer proyecto de exportación del área, para llevar a cabo control de tráfico aéreo. Un mismo radar con dos aplicaciones diferentes», detalló el profesional.

Dovis agregó que se llama primario porque también existe un secundario. Y detalló: «El radar secundario es el que se ve girando constantemente arriba, o cerca, de las torres de control en los aeropuertos. Esos radares funcionan de otra manera: transmiten constantemente una palabra de interrogación, una especie de baliza, y cuando cualquier avión recibe esa interrogación le responde al radar diciéndole qué avión es, su altura, su rumbo y demás».

Por el contrario, explicó: «En caso de guerra o en caso de que no quiera ser identificado, el avión apaga ese sistema automático de respuesta, entonces la única forma que hay de controlar el espacio aéreo es usando un radar primario. El mismo emite un pulso de una señal de radiofrecuencia, es decir, el mismo tipo de señales que usan para comunicarse los celulares, solo que en otra frecuencia y en otra potencia. Esa señal se propaga, llega hasta el avión, choca, rebota en su superficie y vuelve, como una señal muy débil, hasta la antena del radar. Entonces, el operador del radar puede ver en su pantalla dónde está el avión, a qué velocidad va, cuál es su dirección y cuál es su altura», detalló.

¿Cómo es el trabajo en INVAP?

«INVAP desarrolló dos versiones de radares primarios. Actualmente estamos trabajando en la tercera. Cuando entré a INVAP, me asignaron para trabajar dentro de un subsistema. Cualquiera de estos proyectos que hace INVAP son proyectos muy complejos y hacen falta muchas personas y grupos muy grandes de ingenieros, de técnicos, de administrativos, de contadores, personal de toda índole para poder llevarlos a cabo. Al sistema, que vendría a ser lo que se va a fabricar, en este caso el radar, se lo subdivide en subsistemas. Cada subsistema es un mundo. Yo estoy encargado del subsistema TRM (módulo de transmisión y recepción), que es literalmente una caja, meramente electrónica, que está directamente conectada a la antena del radar, por un lado, y conectado al resto del radar, por el otro. Entonces lo que hace mi caja, mi subsistema, es recibir desde el sistema de control del radar la señal que se tiene que enviar, que tiene que propagarse e impactar en el avión. Tiene que amplificarla, la pone en el aire a través de la antena, la onda se propaga, pega en el blanco y vuelve. Y cuando vuelve, como es muy débil, mi sistema la vuelve a capturar, la amplifica de nuevo y se la pasa al resto del radar para que la procese y la muestre en una pantalla. Básicamente es electrónica de RF, es decir, de radiofrecuencia. Estoy junto con otros compañeros trabajando en este subsistema y estamos ya prácticamente listos para presentar el prototipo durante el 2022. Esto es lo que me está ocupando el 100% del trabajo».

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con un satélite?

«La empresa tiene una división transversal. Yo, por ejemplo, estoy dentro del grupo de Electrónica, y dentro del grupo Electrónica, en el área de Radiofrecuencia, Comunicaciones y Compatibilidad Electromagnética. Cuando algún proyecto, sea nuclear, espacial, o de defensa, necesita apoyo de nuestra área, se colabora. A principios del año pasado, trabajé en paralelo para dos proyectos distintos. Por un lado, para el RPA200 y, por otro, para el ARSAT SG1. Éste es un satélite de comunicaciones, encargado por la empresa ARSAT. Su función principal es la de brindar internet, televisión y servicio de datos. Dentro de este proyecto, estuve trabajando en un subsistema denominado TCR (Telemetría, Comando y Rango), que es una partecita del satélite que le permite a la gente que está en Tierra recibir telemetría, es decir, el estado de salud de satélite, cómo están las baterías, las temperaturas en distintos puntos, etc. Además, el TCR le permite a los ingenieros que le puedan decir, o comandar, al satélite según lo que quieren que haga. Por último, la función de rango les permite conocer cuál es la distancia exacta entre la estación terrestre y el satélite en órbita».

¿Cómo es tu día a día? ¿Cumplís horarios? ¿Trabajás desde una oficina?

Trabajo desde las 8 hasta las 17:30 en la empresa, donde también almuerzo. Debido al estado del proyecto del radar primario, la mayor parte del tiempo diseño, por lo que estoy en mi oficina, con mi computadora y los programas de simulación. El trabajo es básicamente ver los requerimientos, es decir, qué tiene que hacer el radar para saber cómo armar el circuito electrónico. Hay momentos en el desarrollo en que necesito verificar el diseño, entonces dejo la oficina por un rato y voy al laboratorio. INVAP está dividido en distintos edificios. En cada edificio hay un área. El área Defensa, donde estoy yo, está en un edificio, Espacial en otro, y así sucesivamente. Pero estamos constantemente yendo y viniendo de un edificio a otro, por lo que paso al lado del satélite que están ensamblando todos los días».

Frente a la entrada de INVAP en Bariloche

Es decir que hay días distintos…

«Sí, es muy variado en verdad. Una vez que el radar se ponga en funcionamiento, es muy común que se hagan visitas, ya sea para hacer mantenimiento, para ver cómo está trabajando. Por ejemplo, tengo compañeros que viajan seguido para realizar mantenimiento a los radares meteorológicos distribuidos en todo el país, como por ejemplo, a Las Lomitas, en Formosa, a Buenos Aires, a Misiones, etc. A nuestro grupo todavía no le tocó, pero me gustaría».

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

«Es bastante desafiante, pero es muy lindo. Además, el ambiente de trabajo es espectacular, muy cálido y lleno de camaradería. Me sorprendió. Es un grupo de personas de mi edad, en promedio. Hay chicos que acaban de ingresar y que contrataron antes de que se gradúen. Por eso, trabajo para los ingenieros, y especialmente para los electrónicos, hay un montón. En mi caso, para trabajar de esto, que fue lo que soñé toda mi vida, tuve que dejar San Francisco, a mi familia y a mis amigos, y mudarme a 1700 kilómetros a un lugar totalmente desconocido. Pero en San Francisco también hay mucho trabajo. Tenés las dos posibilidades. Esto es lo que siempre me apasionó y por eso lo elegí».

¿Cómo llegaste a este trabajo?

«Por mera casualidad: tenía LinkedIn con las alertas de empleo activadas pero no sé por qué tenía el alerta correspondiente a INVAP desactivado. En ese momento, INVAP publica que buscaba ingenieros electrónicos, pero yo ni enterado. Tres días antes de que cierre la convocatoria, un conocido me avisó y me postulé enseguida. Al mes me llamaron para una entrevista, que terminaron siendo tres, y 15 días después empecé a trabajar. Fue medio duro al principio porque yo realmente quería trabajar en la sede y tuve que hacerlo, por la pandemia, un año entero a distancia, solo y encerrado en mi casa. Me moría de
ganas de venir para acá».

Cuándo empezaste a estudiar ¿te imaginabas siendo parte de esto?

«La Electrónica es una ingeniería muy amplia. En otros países está más especializada. Acá en Argentina el título te da un abanico de opciones muy grande. Esto hace que después cada uno se vaya especializando en lo que le gusta o en lo que le da de comer, y, si es posible, en las dos cosas juntas, que fue, por suerte, mi caso. En sí, cuando entré a la facultad tenía una idea de lo que me gustaba. Vengo de la Escuela del Trabajo, una secundaria técnica, en donde cursé la especialidad Electrónica. Recién en el último año descubrí lo que era la electrónica dedicada a la radiofrecuencia y ahí le agarré el gusto. Desde entonces, es lo que me mantiene desvelado».

De acuerdo a tu experiencia, ¿en qué nivel notás que está la UTN San Francisco?

«El nivel es muy bueno, a veces no le sacamos todo el potencial. A veces uno piensa que la facultad es para ir cinco o seis horas por día y sentarte en el aula, el profesor te da las clases y te vas a tu casa a hacer la tarea y al día siguiente es lo mismo. Y no. Esa es únicamente la parte académica. Pero tenés toda la rama de investigación, que es otra de las patas de la universidad y que es necesaria. A veces yo lo veía como una pérdida de tiempo, pero en realidad en los grupos de investigación ves aplicados los conceptos que aprendés de manera totalmente teórica en el aula».

Fuiste profesor e investigador, hablás desde la experiencia…

«Me metí en investigación cuando faltaban semanas para que terminara de cursar la facultad. Me ofrecieron trabajar en un grupo de investigación, acepté y ahí me di cuenta el concepto errado que tenía sobre la universidad. Por ahí el alumno piensa que una vez que está en un grupo de investigación va a tener que meterle hasta que termine la investigación. Pero los docentes sabemos que los chicos tienen como principal objetivo obtener el título. Entonces, si quiere en cualquier momento, por algún motivo, salirse del grupo, puede hacerlo sin dar motivos. Si yo hubiera sabido eso desde un principio, me hubiera anotado el
primer día. Participar en los grupos de investigación te ayuda muchísimo en la formación y, también, a conseguir trabajo una vez graduado. En mi caso, eso hizo que mi currículum sobresaliera de los demás».

¿Qué le dirías a la persona que está pensando en estudiar Electrónica?

«En la Ingeniería Electrónica, y más acá en Argentina, se pueden hacer muchas cosas. La demanda que hay de ingenieros electrónicos es abrumadora. Acá en INVAP, por ejemplo, están contratando constantemente electrónicos y, también, de otras ingenierías. Pero si se quieren quedar en San Francisco también hay mucho trabajo. Puede ser que los desmotiven los 5 años y medio de carrera o que le tengan miedo a las matemáticas. Sin embargo, no hay una fórmula mágica, es simplemente sentarse con compañeros, para apoyarse mutuamente, y estudiar. Como solemos decir en la facultad, si pasaste los dos primeros años, ya tenés la carrera hecha».

Sobre INVAP

Fundada en 1976, y con sede en San Carlos de Bariloche, provincia de Río Negro, INVAP es una empresa que desde hace más de cuatro décadas desarrolla proyectos tecnológicos de avanzada en diferentes campos de la industria nuclear, espacial, de defensa, de comunicaciones, energía, de seguridad y medicina nuclear.

Con experiencia en la gestación, implementación y administración de proyectos multidisciplinarios de alta complejidad, INVAP es capaz de generar productos y servicios de acuerdo con los requerimientos del cliente, satisfaciendo todas las etapas de un proyecto, desde el asesoramiento previo hasta la entrega de plantas o sistemas llave en mano. Estos proyectos tienen una finalidad: mejorar la calidad de vida de las personas y aportar al desarrollo sustentable.

Para más información, se puede ingresar en http://www.invap.com.ar.

Inscripciones abiertas

Siguen abiertas las inscripciones al Seminario Universitario Intensivo 2022 de seis carreras de grado: Ingeniería Electromecánica, Ingeniería en Sistemas en Información, Ingeniería Electrónica, Ingeniería Química, Licenciatura en Administración Rural e Ingeniería Industrial, carrera que se dicta en convenio con el Centro Regional de Estudios Superiores (CRES) San Francisco.

El Seminario Universitario 2022, en su modalidad intensiva para Ingenierías y Licenciatura en Administración Rural, comenzará el 26 de enero y concluirá el 25 de febrero de ese año. Se desarrollará de manera presencial, en las instalaciones de nuestra Facultad Regional San Francisco.

Las clases se dictarán de lunes a viernes de 18 a 22. En el caso de Ingeniería Industrial, el Seminario comenzará el 31 de enero de 2022 y se dictará en el CRES San Francisco, Avenida Trigueros 151, de lunes a viernes de 18 a 22.

Las inscripciones se realizan vía online en el banner que se encuentra en la web www.sanfrancisco.utn.edu.ar. Allí se pueden descargar además los apuntes para el Seminario Universitario 2022.