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Cambios en la tecnología: cómo alteraron nuestros consumos culturales

Semanas atrás Netflix, cumplió 10 años en Argentina. Cuando llegó al país, ya tenía más de 25 millones de usuarios en Estados Unidos y en Canadá, pero acá era todo un enigma. El mercado local miraba con extrañeza a esa especie de “videoclub online” que ofrecía reproducciones ilimitadas de contenidos muy variados.

Una década después, se sumaron más de 10 grandes plataformas como Disney Plus, Amazon Prime Video, HBO Max, FLOW y Paramount Plus, entre muchas otras, pero Netflix sigue liderando el ranking de uso de una forma de consumo que llegó para quedarse. ¿Hasta cuándo? No sabemos.

Hoy ver una película a demanda dista muchísimo de aquellas épocas en las que había que ir al videoclub y elegir una o dos para el fin de semana y acordarse de devolverla. Por entonces, tener muchas opciones parecía la panacea. Ahora el problema ya no es una cuestión de opciones y accesibilidad, sino de tiempo para poder disfrutarlas.

El libro digital, por su parte, está menos popularizado, pero con la pandemia ha tomado impulso y hay que ver hasta dónde trepa.

Todos los cambios en los consumos culturales de la última década se han modelado gracias a internet, pero bien vale repasar aquellos que llegaron antes y que permitieron ver cine en casa o escuchar listas eternas de “compilados” con grandes éxitos de distintos artistas sin tener que comprar cada uno de esos CD.

VHS

Su sigla deriva de “Video Home System”, en inglés. Era un casete negro y gordo con una cinta magnética que reproducía de manera analógica. Fue la primera alternativa casera para ver cine por fuera de la programación fija de la televisión o del cable. Lanzado en 1976 en el mundo, demoró casi una década en popularizarse en Argentina. En la década de 1980 el fenómeno de los videoclubes marcó el pulso del cine, sobre todo familiar, hasta casi los 2000, cuando el formato terminó de ser reemplazado por el DVD. Los videoclubes se adaptaron a la nueva tecnología y agonizaron por una década más.

Las siglas corresponden a “Compact Disc”. Fue el paso de la música analógica almacenada anteriormente en casete o en vinilo a la digital. En Estados Unidos comenzó a comercializarse en 1982, pero el primer CD argentino en editarse en ese formato fue el álbum Signos, de Soda Stereo, en 1986. El CD tuvo larga vida y encontró su apogeo en los ‘90 por la comodidad que brindaba a los usuarios. No fue reemplazado de manera popular hasta la década de 2000, cuando los reproductores de MP3 ganaron la calle.

LASERDISC Y “MINIDISC”

DVD

La sigla es por “Disco Versátil Digital” o, como se conoció en un inicio, “Disco de Video Digital”. Fue lanzado a nivel mundial de manera conjunta por varias marcas en septiembre de 1996. Se presentó formalmente en Argentina recién en julio de 1998 y significó el paso de las cintas analógicas de VHS a la imagen digital. Generó con el tiempo practicidad en el uso y la posibilidad de ser utilizadas no solo en reproductores de DVD, sino en computadoras de escritorio. Colaboró, además, con la piratería de material audiovisual, por la facilidad con la que se podía grabar y trasportar.

MP3

Este formato de audio digital, utilizado en muchos casos hasta hoy, cambió para siempre la forma de escuchar música. Fue lanzado en 1995 y logró comprimir la información musical para ser trasportada y compartida de forma fácil. El formato recién tuvo su reproductor en 1998, y en 2001 se popularizó con el iPod, que llegó rápidamente a Argentina. Poder tener cientos de canciones de distintos álbumes digitalizadas en un aparatito que cupiera en una mano era una revolución total. Generó una democratización de la música, pero hizo tambalear a la industria discográfica fortalecida por el CD.

BLU RAY

El Blu Ray es un disco con alta definición de video y mayor capacidad, que luego evolucionó al Blu Ray ultra HD. Luego de lo que parecieron los revolucionarios DVD, el Blu Ray era el paso siguiente, pero al igual que aquellos perdieron sus pocos años de gloria masiva y comercial tras la llegada de las plataformas de streaming. Pese a la gran calidad que ofrecían, tenían la contra de que no eran baratos, como tampoco lo eran los reproductores de Blu Ray. Tuvieron mucho éxito para los poseedores de Play Station 3: la consola no solo estaba preparada para reproducirlos, sino que además implicó un salto en la calidad de los videojuegos.

NAPSTER

Este software lanzado en 1999 fue la primera red que permitió el intercambio de archivos musicales en formato digital comprimido. Fue tan novedoso que llegó a complicar el negocio de industria musical, porque liberó las canciones (en su uso, aunque no en las leyes) más allá de los derechos de autor. A los usuarios les dio la comodidad de acceder a música en formato MP3, que en muchos casos no estaba accesible en su región, lo que terminó de globalizar la música más allá de los canales de videoclips. Fue la oficialización de que el audio digital dejaría de tener soporte físico.

PLATAFORMAS DE STREAMING

Lo que hoy conocemos como servicios de streaming tiene su origen en distintas pruebas que se hicieron con mayor y menor éxito desde 1990. Lo que fortaleció al sistema hasta transformarlo en hegemónico en la cultura actual fueron las primeras televisoras a la carta o “Video Bajo Demanda” (VBD). En Argentina, el sistema de cable satelital Direct TV fue el primero en ofrecer la posibilidad de grabar contenidos y verlos en diferido. Netflix, que llegó al país 2011, popularizó el streaming y pasó de ser un simple “videoclub online” a marcar el consumo cultural audiovisual y fortalecer el formato de serie de ficción. En los últimos años, incluso, llegó a tener de manera exclusiva superproducciones que nunca pasaron por las salas.

MYSPACE

Gran predecesor de todas las redes sociales que hoy gobiernan la internet, MySpace se lanzó en 2003. A partir de 2006 comenzó su declive en Latinoamérica, y por supuesto Argentina, a favor de las dos que lo destronaron: MetroFlog, primero, y luego Fotolog. Un par de años después, llegó Facebook y empujó a la plataforma aún más abajo. Pero antes de eso, vivió años de gloria, inició una nueva era en el contacto artista-público y tuvo un rol clave en el desarrollo de músicos como Arctic Monkeys, My Chemical Romance y Lily Allen.

AUTO-TUNE

La historia del Auto-Tune tiene aristas increíbles y episodios para todos los gustos. Hasta Charly García pidió su “prohibición” en 2018, luego de escuchar a Duki utilizándolo en una gala de los premios Gardel. Sin embargo, no hay dudas respecto a su centralidad en la cultura (y la música) pop de las últimas décadas. Aunque se inventó para corregir desafinaciones, su uso “exagerado” lo convirtió en un recurso hegemónico en los últimos años. Si bien el trap fue el género que lo impulsó a la masividad, Cher lo institucionalizó en su clásico Believe, en 1998, y Daft Punk lo hizo propio tiempo después. Hoy, a más de 20 años de su nacimiento, la música actual no sería la misma sin esta herramienta que llegó a definir el sonido de una época.

SPOTIFY

Este servicio de reproducción multimedia terminó de reformular el negocio de la industria de la música tras los años de incertidumbre que generó la piratería y el uso compartido de archivos musicales. Vio la luz en Europa 2008, pero a Argentina llegó cuando ya tenía más de 20 millones de canciones, en 2013, y desde entonces no ha parado de crecer. Además de música Spotify, ha modificado otros consumos auditivos reforzando los pódcast, que habían tenido una recepción muy tibia años anteriores y estuvieron casi a punto de desaparecer. Esta plataforma logró llevar hacia la masividad la escucha legal de música desde internet.

LIBRO DIGITAL

Conocido en inglés como “e-Book”, esta forma de lectura digital no ha destronado al libro impreso, pero se ha impuesto como una alternativa real a la vieja forma de leer. Actualmente, se ha popularizado gracias al reproductor Amazon Kindle, que permite leer formatos como .MOBI, .AZW3 y el más usado de todos: el PDF. La pantalla sin brillo de estos dispositivos emula al papel y viene con luz incorporada para no cansar la vista. Durante la pandemia, las editoriales argentinas reportaron un crecimiento en la venta y la descarga legal de libros digitales. Algunas apuestan a ofrecer contenidos ilimitados mediante una suscripción, pero esa técnica aún no se ha masificado.

ENTRADAS “ONLINE”

En algún momento del pasado reciente, la sola idea de “comprar una entrada” para un espectáculo o un evento deportivo hacía imaginar largas colas, un buen tiempo de espera y más de una complicación cotidiana. Todo eso cambió drásticamente con la progresiva llegada de las ticketeras digitales, que trasladaron al ámbito virtual lo que antes implicaba un trámite presencial. Con la pandemia como catalizadora de un escenario que se venía adaptando al avance de la venta online, en la actualidad las entradas físicas apenas subsisten como un signo de otros tiempos. La rapidez y la facilidad para el proceso de compra y para el ingreso a cada evento llegaron para quedarse. Conseguir un ticket es sólo cuestión de un par de clics. Y de que haya saldo disponible.

“NON FUNGIBLE TOKEN”

Esta forma de circulación cultural fue creada en 2014, pero no se comenzó a popularizar hasta que apareció la criptomoneda Ethereum. Los NFT son versiones de activos basados en blockchain (cadenas de bloques), por las cuales una pieza virtual (un video, un tuit o un GIF, entre otras) puede autentificarse con códigos de identificación y metadatos que la vuelven inimitable, lo que permite que cualquier bien pueda ser “firmado” como algo único e irrepetible, y vendido mediante criptomonedas. Los NFT han introducido la idea de que cualquier obra intangible o digital puede tener firma y circular dentro del mercado como original.

Fuente: La Voz del Interior.