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“Tenemos la responsabilidad de saldar las deudas que tiene nuestra democracia”

Este fue lo expuesto por la Comisión «Verdad, Memoria y Justicia» más grupos que buscan el reconocimiento de los Derechos Humanos en nuestro ciudad.

«La historia se cuenta con números, se escribe sobre cuerpos, se vive en las calles. Por eso salimos, para conmemorar una fecha, para recordar a los ausentes, para defender lo conseguido, para frenar a quienes quieren arrasarnos. Porque somos los hijos de la violencia y los hermanos del dolor estamos acá, pariendo un futuro.

Hay números que hacen a la Historia, que nos relatan, que nos representan. Son números que son fechas: 25 de Mayo, 9 de Julio, 1 de Mayo, 17 de Octubre, 10 de Diciembre. Entre ellos surge, con identidad propia, el 24 de Marzo de 1976. No hay otra fecha tan central, no hay otro día que sintetice con mayor contundencia el devenir de nuestro país como tal. Es, el 24 de Marzo, la conclusión feroz de todo lo pretérito y es, también, el origen de lo que vendría.

Porque fue el 24 de Marzo el momento en el cual un grupo de genocidas se hizo del Gobierno de la Argentina, para ejecutar un plan destinado a quebrarle la espalda a un pueblo entero, para beneficiar a un grupo de corporaciones. Un plan sistemático pensado por intelectuales, financiado por el establishment, bendecido por un sector de la iglesia y ejecutado por las fuerzas armadas de la Nación. La represión fue salvaje pero no indiscriminada. Fueron eliminados y eliminadas los y las mejores. No hubo inconducta en el accionar de aquellos que deberían haber sido responsables de proteger al país y a su gente, sino todo lo contrario. Desde el mismo momento en que se facultó a los militares a proceder al aniquilamiento de las diferentes agrupaciones populares, se habilitó la ejecución de un plan que funcionó de manera coordinada entre las diferentes armas, tanto en el territorio nacional, como a nivel del Cono Sur, mediante el Plan Cóndor, un plan de sometimiento continental que se repite en la actualidad, cuando mediante el Lawfare y el manejo de los medios de comunicación se imponen Gobiernos de derecha más o menos legales pero siempre ilegítimos, como son los casos de Brasil o Paraguay, o sostenidos por la represión y el blindaje mediático en Chile. Cuando todo esto ha fallado, los grupos concentrados de poder han recurrido al burdo y tradicional Golpe de Estado, como el ocurrido en Bolivia. Es por eso que no damos vuelta la página, sino que la dejamos marcada para saber cuál es nuestra referencia, para entender de una vez y para siempre que “La defensa de los Derechos Humanos no es la columna vertebral de un gobierno, sino la columna vertebral de la República Argentina en su conjunto.” Si no actuamos en consecuencia, la memoria de los treinta mil compañeros detenidos desaparecidos pasará a ser tan sólo una consigna vacía.

Porque sostenemos esa cifra no aceptamos que se la rebaje. Porque esa cifra que postulamos expresa que, como dice Martín Kohan, “No sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado Ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados.” Aceptar otro número es suprimir esa dimensión, es darle a la represión una legalidad que no tuvo, y que muchos reivindican, sobre todo algunos integrantes del gobierno neoconservador encabezado por el Gerente Mauricio Macri. Decimos 30.000 porque es un número abierto, que representa la manera en la que los Dictadores impusieron el terror sobre los cuerpos de sus víctimas, por medio de la tortura física y mental, generando de esa manera incertidumbre acerca del destino próximo de cada uno de nosotros, y porque sabemos que ese terror, esa violencia, se ejerció, especialmente, sobre aquellos cuerpos que no respondían al canon determinado por la civilización occidental y cristiana, fuera esa distinción referida a cuestiones políticas, religiosas, étnicas, o de orientación o disidencia sexual. Decimos 30.000 sabiendo que persisten, todavía hoy, las secuelas de la influencia de los grupos de poder históricos, como la cúpula eclesiástica, la cual forzó a la CONADEP a borrar los registros de los más de 400 compañeros y compañeras desaparecidos debido a su orientación sexual.

Fueron esos 30.000 los cuerpos que la Dictadura consideró necesario eliminar para vulnerar la resistencia que el Pueblo le opondría a un plan económico destinado a destruir el aparato productivo nacional, y restaurar un país agroexportador y financiero, en beneficio de unos pocos. Lo que los genocidas lograron mediante la violencia y el terror fue replicado mediante la estafa de un gobierno que llegó al poder diciéndose nacional y popular en los noventas. Hace poco más de cuatro años se repitió la situación, cuando el neoliberalismo alcanzó el triunfo electoral bajo la máscara de una fiesta con aires de estudiantina frívola, que instaló a un grupo de CEO’s que se dedicaron a ejecutar un plan de negocios personales y de clase, con los resultados que tenemos a la vista. La Dictadura fue derrotada por sus propios errores, empujada al vacío por la Guerra criminal de Malvinas y por la movilización popular. La misma movilización popular que marcó el destino del ciclo conservador en 2001, que huyó dejando un caos de represión, con muertos en las calles y con la mitad de los argentinos bajo la línea de pobreza. El último ciclo neoliberal abarcó tan solo un período presidencial, y fue derrotado en las urnas por la unión de todo el campo popular. Cada uno de estos experimentos conservadores dejó como legado el empobrecimiento del pueblo, la búsqueda de la eliminación del sujeto colectivo y una deuda financiera insostenible. Cada uno de estos ciclos tuvo un corolario de cuerpos mutilados, vejados, asesinados, desaparecidos. Cuerpos que exigen Memoria, Verdad y Justicia. Desde los Mártires de Trelew hasta Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, pasando por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. No son números, son nombres que nos marcan el camino a seguir.

Hemos crecido como pueblo, hemos madurado como Nación. Estamos transitando un tiempo de esperanza, un tiempo en el que los Derechos Humanos son el eje de la política de un Estado. La presencia de un grupo de Nietos Recuperados en altos puestos de gestión en el Gobierno Nacional y la reapertura del mismo hacia los diferentes Organismos marcan un rumbo posible.

Tenemos, a partir de ahora, la responsabilidad de mantener esa unidad, de seguir en las calles, de terminar de saldar las deudas que tiene nuestra Democracia. Y debemos hacerlo como sujetos activos y militantes.

Es por eso que pedimos que:

Se continúen los juicios por delitos de lesa humanidad, se dicten las sentencias y se restablezcan las prisiones efectivas y en cárcel común a los genocidas.

Se revoquen las prisiones domiciliarias, las cuales son constantemente incumplidas por los condenados.
Se conozca el destino de los detenidos desaparecidos.

Se determine la identidad de los nietos apropiados y se continúe con su búsqueda.

Se investiguen las desapariciones ocurridas en Democracia. El nombre de Julio López no puede ser tan sólo una anécdota.

Se investigue la gestión del gobierno encabezado por el Gerente Mauricio Macri y de la ex Ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, especialmente en lo referido a su responsabilidad en los hechos que terminaron con la muerte de militantes sociales y su participación en el encubrimiento de esos crímenes.

Se investigue el origen y el destino de los miles de millones de dólares tomados como deuda soberana, y quiénes se han beneficiado con ese hecho. Que el Nunca Más al endeudamiento insostenible sea una realidad y no solamente una secuencia de palabras de ocasión.

Se restablezcan y se ejecuten los presupuestos asignados para la creación y el mantenimiento de Sitios y Archivos de Memoria, así como los fondos destinados al funcionamiento del Equipo Argentino de Antropología Forense. Los Derechos Humanos no son un curro, son una Política de Estado.

Se aclare la situación de los dirigentes detenidos, y se proceda a la liberación inmediata de los presos políticos.

Se eliminen los bolsones de autoritarismo que todavía persisten, y que son inadmisibles en un Estado de Derecho. No podemos tolerar que se justifiquen conductas como los fusilamientos de personas por parte de miembros de las fuerzas de seguridad, o que se destinen efectivos de las mismas a vigilar e identificar a los y las participantes de las diferentes movilizaciones, asambleas y encuentros populares.

Se desarrollen políticas orientadas a garantizar los derechos humanos de aquellos colectivos que, aún hoy, sufren persecución por parte de las fuerzas de seguridad, debido a su orientación sexual e identidad de género.

Se refute la teoría de los dos demonios. No fue una guerra. Se buscó el exterminio sistemático de un grupo de dirigentes y militantes sociales, desde el Estado, apelando al terror. Fue un Genocidio.

Se reafirme el camino iniciado en diciembre de 2019, en cuanto a la consagración de los Derechos Humanos de aquellos que no fueron respetados en su condición de sujetos de derecho, incluyendo a los pueblos originarios, las mujeres y las disidencias sexuales; y que esa política sea replicada en todos los niveles, incluyendo a los Gobiernos provinciales y municipales.

Estaremos, entonces, en las calles.

Controlando.

Reclamando.

Exigiendo.

Porque es la memoria nuestro destino, en una tierra de fiesta y dolor.

Porque la verdad es una, y no hay negación que se sostenga en el tiempo.

Para que la Justicia no tarde, llegue de una vez, y sea, para siempre, la pesadilla del culpable».