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Según un estudio de sanfrancisqueños, la mitad de los argentinos se sienten deprimidos por la pandemia

La depresión moderada a severa ya afecta a la mitad de la población, según reveló un estudio sobre el impacto psicológico de la pandemia en la población argentina realizado por un equipo de la Universidad Uces, de San Francisco.

Los resultados de la tercera etapa de esta investigación gestada en abril de 2020 por la cátedra de Biología y Neurofisiología del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la Uces muestran que ansiedad, depresión y estrés continúan en ascenso desde que se inició la pandemia.

“La prevalencia de ansiedad moderada a severa fue del 38,03 por ciento; depresión moderada a severa, 49,9 por ciento; estrés significativo, 45,6 por ciento, y trastorno de estrés postraumático, 26,83 por ciento”, resumió el titular de cátedra, Héctor Badellino.

La investigación encontró datos que obligaron a emitir una alerta: “La prevalencia de los indicadores de ansiedad moderada-severa, depresión moderada-severa, estrés significativo y trastornos de estrés postraumático han ido aumentando en la población argentina con el devenir de la pandemia, evidenciando valores que sobrepasan significativamente los mostrados en otros países. Las personas afectadas tienen una relación significativa con ideación suicida, lo que debe encender las alarmas a las entidades de salud pública para la urgente toma de medidas atinentes a morigerar los efectos psicológicos de la pandemia”, dice el informe del equipo liderado por Badellino, y que también integran los profesores Emilia Gobbo, Eduardo Torres y Mabel Cachiarelli y Emilia Aschieri, junto con los estudiantes Martín Biotti, Valentina Álvarez y Camila Gigante.

La depresión moderada o severa afectaba, al inicio de la pandemia, a un 24 por ciento de los encuestados. Llegó a duplicarse en un año. La ansiedad largó con una incidencia de 15 por ciento y este año ya se ubica en un 38 por ciento. Y el estrés, manifestado por un 23 por ciento de las personas cuando apenas largaban las medidas de aislamiento en 2020 en el país, llegó en los primeros meses de este año a afectar al 45,6 de los 2.131 entrevistados.

“La prevalencia fue en aumento a pesar de que la última etapa de consultas se realizó cuando ya había vacunación en curso”, remarcan los investigadores.

El estudio también indagó sobre estrés postraumático. “El trastorno de estrés postraumático fue también elevado (26,83 por ciento) y duplica la mayoría de los registros que se tomaron a nivel de otros países, lo que habla de un enorme impacto psicológico con evidente repercusión a largo plazo”, consignan los autores.

OTROS INDICADORES DE SALUD

Casi el 50 por ciento de la población refiere haber subido de peso en la cuarentena y una proporción similar, al ser consultada acerca de si hacía regularmente actividad física, confesó que lleva una vida más sedentaria si la compara con los tiempos previos a la cuarentena. Estos datos “muestran un deterioro en indicadores que a largo plazo pueden repercutir en otros riesgos potenciales de salud”, advierten los investigadores.

A la hora de elaborar un perfil de riesgo, el estudio hizo esta descripción, tomando los datos de medias y de medianas de las encuestas: “El impacto estadísticamente significativo para ansiedad moderada-severa, depresión moderada-severa, estrés significativo y trastorno de estrés postraumático se asoció a personas menores de 40 años, mujeres, fumadores de cigarrillo, que viven acompañados, tienen educación primaria y secundaria (no educación universitaria), con trastornos del sueño y que realizaban menos actividad física que antes de la pandemia”.

“Cuando se estudió ideación suicida, el 20 por ciento de la población refirió haber tenido en el último mes un pensamiento suicida, lo que es una cifra sideral si se compara con lo que sucede en otros países. Aquellas personas que tuvieron indicadores de estrés, depresión o estrés postraumático tuvieron una relación estadísticamente significativa con la ideación suicida”, advierte el estudio.

Es correcto destacar que se trata de ideación suicida y que la respuesta que representa la palabra de los entrevistados es: “He tenido pensamientos de matarme, pero no lo haría”. Sólo un tres por ciento dentro del grupo de quienes tuvieron esta ideación fueron más allá y dijeron: “Me mataría si tuviera la oportunidad de hacerlo” y “Querría matarme”. El 80 por ciento contestó: “No tengo ningún pensamiento de matarme”.

UNIVERSITARIOS

El Laboratorio de Psicología del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIPsi-UNC/Conicet), junto con colegas de otras universidades, desarrolló un estudio sobre el impacto de la cuarentena por Covid-19 en la salud mental de estudiantes de nivel universitario. La muestra estuvo compuesta por 2.687 estudiantes, de 18 años o más, que cursaban en universidades públicas o privadas, y vivían en Jujuy, Salta, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Córdoba o Buenos Aires.

El estudio comparó el estado de salud mental (ESM) de quienes participaron según la región del país en que vivieran (centro, norte, sur y Buenos Aires, la más poblada), ya que cada una de esas zonas estuvo expuesta a diferentes tasas de propagación del virus.

“Nuestros hallazgos indican que una peor salud autopercibida, en términos de malestar psicológico inespecífico, afectó a más estudiantes que residen en la región con las tasas más altas de propagación de Covid-19”, subrayó Juan Carlos Godoy, psicólogo, uno de los coordinadores del estudio.

En cuanto a los indicadores más específicos –como el funcionamiento social y el afrontamiento, la angustia psicológica, la depresión, la ansiedad y el riesgo de suicidio–, la tasa de propagación de la zona de residencia no parece producir diferencias significativas.

Para los miembros del equipo, esto implicaría que el impacto de la cuarentena en la salud mental puede atribuirse a aspectos más relacionados con el distanciamiento físico, el aislamiento y las alteraciones de la rutina que al riesgo objetivo de contagio.

En cuanto al estado de salud mental general por subperíodos de cuarentena, detectaron un empeoramiento de la salud mental de los estudiantes a medida que esta se extendía.

Cecilia López Steinmetz, otra de las autoras de la investigación, señaló un posible efecto de acostumbramiento: “Colegas afirmaron que, luego de la incertidumbre inicial por la cuarentena, las personas acomodaron sus rutinas, y por ello se observó una disminución de los niveles de ansiedad y otros indicadores en la segunda medición. En nuestro trabajo, presentamos una interpretación diferente: la disminución en los niveles autoinformados de ansiedad y el aumento en los niveles de depresión reportados en esos estudios podrían deberse a un estado de indefensión aprendida más que a un acostumbramiento adaptativo y positivo”.

RECOMENDACIONES

“Nuestros estudios y los trabajos de colegas destacan la importancia de evaluar regularmente los indicadores de riesgo y de protección en salud mental. Son insumos fundamentales para desarrollar mejores políticas de salud, que apuntalen el desarrollo integral de la población adolescente y joven”, apunta, a su vez, Godoy.

El equipo coincide en que, en términos generales, es importante considerar medidas que incrementen la sensación de control de las personas. Por ejemplo, informar fechas precisas de inicio y de finalización de restricciones; avanzar en la implementación de restricciones intermitentes y por sectores; habilitar y promover las actividades al aire libre, apoyar y promover las actividades de apoyo psicológico.

Fuente: La Voz del Interior.