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Sanfrancisqueños por el mundo: Leila Abdala

Leila Abdala tiene 31 años, vive en Barcelona y es una mujer polifacética, no tiene una sola profesión. Es bailarina, terapeuta corporal, reikista y sentencia: “en realidad soy todo aquello que me hace feliz y me dé la gana de ser”. Habló con Diario San Francisco para compartir un pedacito de su historia, su vida actual en España y los proyectos laborales que está emprendiendo; también sobre los recuerdos que tiene de San Francisco, ciudad que dejó a los 17 años, cuando se trasladó a la capital cordobesa para estudiar el profesorado de danza acelerada.

Leila trabaja como voluntaria en Acnur, una escuela especial para niños con autismo
Leila trabaja como voluntaria en una escuela especial para niños con autismo

Más tarde, en el 2007 se mudó a Buenos Aires para continuar estudiando comedia musical, y trabajó como bailarina durante casi diez años. “Viajé por toda Latinoamérica y Centroamérica con un musical infantil de Nikelodeon, trabajé para Ideas del Sur en el programa Cantando por un Sueño con el que recorrimos todo el país, también para musicales en el programa Sábado Show, y con Susana Giménez como bailarina del staff y secretaria de Susana junto a Nazareno Motola”, cuenta.

Desde el 2015 comparte su vida junto a su marido Damián, en Barcelona y con su grupo de amigos a quienes llama su “familia celeste”. En definitiva, los amigos son la familia que elegimos. En Barcelona también viven su suegra, y su prima Natalia –también sanfrancisqueña- junto a su marido Martín, con quienes comparten mucho tiempo y se sienten un poquito más cerca de Argentina. Cuenta que la curiosidad por vivir nuevas experiencias la llevó a cruzar el charco “y aquí seguimos hasta ahora, mañana no lo sé”, agrega.

La mejor ciudad para vivir su infancia y adolescencia

De San Francisco recuerda con añoranza su escuela secundaria, en el instituto Sagrado Corazón de los Hermanos Maristas, donde también estudiaron su hermana y su papá. “Más allá de la formación académica con la que en general no estoy muy de acuerdo, creo que lo que más me dejó la escuela son los valores con los que crecí que hicieron que sea quien soy ahora. Me pasaba muchas horas en la escuela porque hacía teatro, estaba en Amigos en Marcha, en Navegar, fui coordinadora de otros grupos también y todo eso me llevo a siempre ir para adentro y preguntarme, cuestionarme y siempre buscar más, a valorar más lo que tenemos, a agradecer siempre, y a buscar ser mejores personas cada día”.

Recuerda también momentos con amigos en la tradicional Plaza Vélez Sarsfield, la casa de su infancia en Avenida Caseros donde tiene hermosos recuerdos de su niñez, las estudiantinas, los almuerzos familiares de los domingos “que en la adolescencia te cuesta levantarte para ir pero cuando pasan los años los extrañas”, y los festejos del día del amigo. “Acá no existe ningún día del amigo, ¡es increíble!”, añade. A pesar de haber elegido otro país para vivir, no reniega de sus raíces, todo lo contrario. “San Francisco es una hermosa ciudad, que es la mejor que pude haber tenido para vivir mi infancia y adolescencia”, asegura.

De niñas, con su prima Natalia, sin imaginar que años después serían compañeras de aventuras en otro país
De niñas, con su prima Natalia, sin imaginar que años después serían compañeras de aventuras en otro país

Su vida en España

Comprometida al máximo con las causas sociales, además de participar como voluntaria en una escuela especial para niños autistas, Leila trabaja por la mañana en una Agencia Humanitaria para Refugiados, llamada Acnur http://www.acnur.org/, y asegura que es algo que hacía mucho tiempo quería hacer, y que el poder ayudar a otras personas le llena el alma. Y por la tarde está comenzando, poco a poco, a montar sus clases y terapias corporales, que es lo que se dedicó a estudiar desde su llegada a Barcelona. “He estado estudiando Programación Neurolingüística, biodanza, y terapias energéticas con el objetivo de unificarlo con lo que conozco de danza, cuerpo y movimiento. Mi idea es poder brindar clases en las que se genere un espacio terapéutico de apertura a través del cuerpo para conocernos más y ser por lo tanto seres más conscientes, y más felices”, relata.

Por otro lado, con su familia celeste, están trabajando en un proyecto artístico y experiencial que ya se está llevando a cabo en Buenos Aires, y que planean trasladar también a España. El proyecto se llama Club Sincrónica https://www.facebook.com/clubsincronica/ y explica: “Consiste básicamente en un grupo de amigos artistas que proponemos eventos donde se generen un conjunto de experiencias diseñadas para despertar los sentidos, para agudizar el entendimiento, y para eventualmente ampliar y elevar la conciencia”. Agrega que este grupo de personas cree en una manera de vida más humana, en una filosofía más amable de existencia y en el amor por el tiempo que transcurre, todo plasmado a través del arte.

La diferencia más importante que encuentra entre Argentina y España tiene que ver con la calidad de vida y la seguridad. “Estando acá me di cuenta de la preocupación y el nivel de stress con el que vivía allá y no elijo eso para mi vida. Aquí la mayoría de las personas pueden disfrutar del tiempo libre, de salir al parque cada día con sus hijos, y se puede vivir sin tener que trabajar todo el día para poder solventar tus gastos”, explica.

Pronto se reencontrará en San Francisco con su hermana Lara, y su mamá Ana
Pronto se reencontrará en San Francisco con su hermana Lara, y su mamá Ana

“Mis papás nos enseñaron desde la libertad y el amor”

El próximo mes, Leila tomará un avión para pasar un tiempo en San Francisco, donde espera con ansias reencontrarse con su mamá Ana, su hermana Lara, su segunda madre que es su tía Lily, sus abuelos, primos y tíos. “La verdad es que tengo muchas ganas pero también nervios, sé que el país no está igual que cuando me fui y por supuesto la gente tampoco, creo que será muy intenso pero también seguro otra hermosa experiencia de vida”, dice.

Afirma que nunca le costó irse, en realidad le costaba mucho volver a San Francisco, y cree que la explicación a ello tiene que ver con la crianza que recibió: “Mis papás, a Lara y a mí nos enseñaron desde la libertad y el amor, a buscar nuestras pasiones, luchar por ellas y a amar lo que hacemos, y es algo que les agradezco cada día, porque ellos me lo mostraban con su ejemplo y aunque obviamente estando afuera se extraña mucho a la familia y los amigos, no es algo que sufro porque acepto que es parte de las decisiones que tomé. Sé que quienes me quieren querrán mi felicidad”.

“Arriesgarte es el mejor regalo que te podés hacer”

Declara que no le teme a los cambios, y está convencida de que viajar y vivir en otros lugares del mundo es una de las experiencias que más la hicieron crecer. “Cuanto más conocés cómo viven otras personas, con culturas pensamientos e ideas tan diferentes, más se amplía tu mente y tu conciencia, y las creencias y estructuras aprendidas van desapareciendo, y así cada día sos un poco más vos”, completa.

Vive en un constante proceso de crecimiento y evolución personal, y esa experiencia para ella es mágica. “Abandonar el miedo de tomar nuevos caminos es el mejor regalo que te podés hacer, porque es permitirte ser. No debe haber temor de nada, ese temor son ganas atrapadas y además nada es definitivo, siempre se puede volver. Ninguna decisión es errónea, todas son experiencias que forman parte de tu hermosa vida”, concluye.

Con el staff de bailarinas del programa “Cantando por un sueño”, conducido por Mariano Iúdica. A su derecha, se puede ver a la talentosa sanfrancisqueña
Con el staff de bailarinas del programa “Cantando por un sueño”, conducido por Mariano Iúdica. A su derecha, se puede ver a la talentosa sanfrancisqueña

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