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Sanfrancisqueños por el mundo: Hoy, Luciano Perrone

Luciano Perrone, un joven oriundo de nuestra ciudad, se tomó un tiempo de licencia laboral para darle rienda suelta a lo que él llama «su adicción», que es viajar. Es asistente de farmacia, y trabaja desde hace diez años en ese rubro. Pero también se recibió de cheff internacional y ahora está terminando la carrera de diseño industrial.

 

https://youtu.be/B35b-GzS1CA

En los túneles de cu chi, construídos durante la Guerra de Vietnam

 

Aunque lleva tiempo conociendo otros países, esta vez eligió como destino el Sudeste Asiático, porque le permitiría recorrer diferentes lugares en tres meses, y relativamente con poco dinero. Consiguió un pasaje de avión y se aventuró a resolver la cuestión del alojamiento «sobre la marcha». Así, sin presiones ni preocupaciones, con ese espíritu que acompaña a los aventureros que no le temen a lo desconocido, porque son más curiosos que miedosos, lleva recorridos seis destinos distintos: Tailandia, Malasia, Singapur, Indonesia, Vietnam y Camboya.  «Las playas de acá te enloquecen, Tailanda tiene las mejores del mundo, y pude completar el viaje recorriendo el resto de los países. Es increíble el contraste cultural que ves acá, sobre todo en las religiones, somos completamente diferentes. Por ejemplo, el budismo te enseña a desprenderte de lo material, y a valorar otras cosas, a ser más humano», explica.

 

 

«Viajar es para mí como cualquier adicción», asegura. Y aunque en sus épocas de estudiante de cocina internacional inconscientemente sabía que esa profesión podría abrirle camino a otros destinos, le atribuye el verdadero inicio de ese sentir a su viaje a Ecuador, donde unos años atrás supo definitivamente que haría de los viajes un hábito, una forma de vida. Por eso aprovecha cada oportunidad que tiene para armar la valija y salir a descubrir nuevos rumbos. «Después de Ecuador, me acomodé para ir a Colombia y Perú, pero este viaje era más grande, y lo venía pensando desde hacía tres años; era un destino que me interesaba mucho desde lo cultural y lo místico, y encontré un mundo completamente diferente. Quería saber cómo vivía la gente al otro lado del mundo, y la verdad es que es fantástico; no sé si viviría de este lado pero fue excelente ver las diferencias», añade.

 

Postal tomada por Luciano de Angkor Wat, un imponente templo convertido en un símbolo de Camboya y el sudeste asiático en general.
Fotografía tomada por Luciano del Angkor Wat, un imponente templo convertido en un símbolo de Camboya y el sudeste asiático en general.

 

 

“Me di cuenta de que viajando uno vive más relajado, y creo que es porque escapamos de la rutina del día a día; a mí la rutina me resulta estresante, no me acostumbro a hacer lo mismo, y esta es una buena manera de escapar, por eso trato de tomarme tiempos más prolongados de vacaciones», dice. Y aunque pronto regresará a San Francisco para terminar su carrera de diseño industrial, y seguramente para planear su próximo viaje, no descarta la idea de irse definitivamente, y herramientas para combinar aventura y trabajo le sobran. «Me gustaría ver el modo de trabajar para ir conociendo lugares, y a eso me lo permitiría mi titulo de cheff, que es una herramienta importante, porque el turismo se mueve por gastronomía, y hay muchas posibilidades de trabajo, el tema es arriesgarse. A pesar de que me gusta la gastronomía, creo que lo elegí porque me abría puertas a cosas que quería cumplir,  y aunque no sé si se va a dar, por ahora hago lo que me gusta y armo los viajes a partir de lo que surja en el momento», explica.

 

A través de sus redes sociales, Luciano comparte postales de su increíble viaje
A través de sus redes sociales, Luciano comparte postales de su increíble viaje

 

Además, dice que en cada viaje pudo generar nuevos vínculos de amistad con personas de diferentes rincones del mundo, que lo invitan a conocer otros países, y afirma que eso es lo que lo motiva y le dan ganas de seguir. «El mundo se te va haciendo más chico, y yo siento que cuando viajo me olvido por completo de todo. Desaparece el estrés, la ansiedad, la cabeza a mil, el cansancio, a pesar de que no pares un segundo. Con cada viaje, tu cabeza no es la misma, y empezás a comprender cosas que en tu país no ves, o están pero no las ves. Observás lo bueno y lo malo, y aprender constantemente me fascina, porque yo soy muy curioso. Me apasiona viajar y es lo que quiero seguir haciendo», concluye.