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No vacunarse, una tendencia de alto riesgo

Cada modificación en el calendario nacional de inmunización visibiliza a ciertos grupos que se oponen a que la vacunación sea obligatoria. Hace un par de semanas, la información sobre la incorporación desde 2017 de la vacuna para prevenir el virus del papiloma humano (VPH) en varones de 11 años agitó las redes sociales y encendió el debate, una vez más.

¿Más gente decide no vacunarse?

“Informalmente, pareciera que sí”, asegura Sandra Belfiore, del Programa de Inmunización de la Provincia de Córdoba. Pero aclara que el registro contempla sólo a quienes sí reciben vacunas.

Para Héctor Pedicino, de la Sociedad Argentina de Pediatría filial Córdoba (SAP), más que crecer cuantitativamente “es un grupo que se vuelve visible por efecto de la redes sociales”.

En tanto, la pediatra Guillermina Huergo admite: “Hay más padres que preguntan por estilos de crianza distintos y, en muchos casos, cuestionan el uso de vacunas”.

¿Por qué?

En general, las motivaciones se vinculan con un estilo de vida naturista y el uso de terapias alternativas, como la homeopatía. También con la consideración de que la reducción de enfermedades infecciosas se debe a cambios en las condiciones de vida, y no a la vacunación; y con la creencia de que los efectos adversos pueden ser peores que la enfermedad que se busca prevenir y con la desconfianza en la industria farmacéutica, su relación con las sociedades científicas y los gobiernos.

Entre los argumentos más fuertes, figura la libertad de elegir.

El efecto rebaño

Los sanitaristas indican que el 95 por ciento de la población debe estar vacunada para evitar la propagación de una enfermedad. Es lo que se llama el “efecto rebaño”. Esa mayoría es la que protege al 5 por ciento que no se vacuna.

Emilio Garip, especialista en Alergia e Inmunología del Instituto Oulton, señala que hay que invertir en educación dirigida a la sociedad y a los profesionales de la salud para que cada consulta sea una oportunidad para aplicar la vacuna necesaria y así no perder pacientes “pidiéndoles que regresen dentro de un mes”.

También rescata la importancia de informar efectos adversos: “Las vacunas virales pueden llegar a producir síntomas parecidos pero atenuados de la enfermedad que se pretende evitar. Aunque a veces no es sencillo atribuir un síntoma a una vacuna, por ejemplo, en invierno, cuando prevalecen las virales respiratorias”, dice.

“No hay estudios científicos que hablen en contra de las vacunas. Hay efectos colaterales que están descriptos y que los médicos debemos reportar para modificar conductas propuesta. ¿Intereses económicos? No soy naif, pero la teoría de la conspiración económica que abarca a toda la comunidad científica es inviable”, dice Pedicino. Y agrega: “El esquema de vacunación es dinámico y la entrada y salida de vacunas demandan mucho consenso. Los colectivos que se pronuncian a favor de la no vacunación tienen mucha fuerza en España y allí, en 2015, un niño falleció de difteria, una enfermedad que en 35 años nunca vi. Como tampoco vi poliomielitis ni viruela”, agrega Pedicino.

Refiriéndose a los recientes casos de papera y tos convulsa, Huergo señala: “uno debería saber qué pasa con la personas no vacunadas. ¿El virus mutó o es que no se logró el efecto rebaño?”.

Contra la ley

Las últimas modificaciones en el calendario, con 19 vacunas, refieren a las necesarias para prevenir HPV, rotavirus, refuerzos para tos convulsa y un nuevo esquema de vacunación contra la poliomielitis para erradicar la enfermedad a nivel global. Si bien no hay acciones punitivas, “no vacunar es visto como una acción de no cuidado”, dice el médico de la SAP.

Este diario publicó el 17 de noviembre que, de seis mil denuncias anuales que recibe la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) en Córdoba, 60 por ciento tiene que ver con negligencias, entre ellas, niños que no tienen vacunas.

En 2012, la Corte Suprema de Justicia de la Nación priorizó la afectación de la salud pública y se expidió para que una familia de Mar del Plata cumpla con el calendario de vacunación.

Sandra Belfiore dice que ante determinadas enfermedades que están en erradicación, se podría acudir a la Justicia. “Pero no es algo frecuente, justamente porque están en eliminación”.

Mientras más personas dejan de hacerlo, hay más riesgo de que surjan enfermedades que, quizá, no estén en nuestro país, pero sí en otras partes del mundo.

En qué creen los que no creen

Un estilo de vida más “natural” es el que acompaña la decisión de no apoyar la vacunación obligatoria que sostiene Diana Roselmeyer, una partera de Unquillo de 55 años que defiende esta postura, pero que asegura comprender que “en un país con pobreza” es necesaria la vacunación para evitar enfermedades.

“Sé que soy una privilegiada por decidir vivir en la naturaleza o por haber sido nutrida adecuadamente”, expresa. Ella recibió vacunas y vacunó a sus hijas (hoy mayores) a pesar de que cuando parió ya había optado por la homeopatía. “En ese momento sentía que contribuía a cortar con determinadas enfermedades. Pero el calendario era mucho más acotado”. Dice que hoy se permite cuestionar y averiguar la relación entre vacunas y enfermedades o si la vacunación erradica “realmente” las patologías.

Elegir un ambiente “no tóxico” para sostener esta decisión es el lugar desde donde se para Cristina, mamá de un niño y una niña que también viven en Unquillo.

“El varón cumplió el calendario de vacunación hasta un punto; después decidí soltar y hoy es un niño supersano. En el caso de la nena, desde el inicio todo fue distinto: nació en parto domiciliario y elegimos cuidadosamente su nutrición. Sólo tiene la Sabin. El año pasado tuvo neumonía, estuvo internada con otros nueve niños que sí estaban vacunados. Hoy, mis hijos son muy saludables. No tuve problemas por no tener el carné de vacunación. En las escuelas Waldorf, por ejemplo, la mayoría de los padres coincide en esta postura y no se exige carné. Nos cuidamos con homeopatía, pero si necesitáramos medicina convencional, acudiríamos. ¿Por qué no?”, dice.

Noelia tiene 25 años y una hija de dos y medio. No vive en las Sierras, sino en Río Tercero. Dice que por temor a los efectos adversos, con su marido decidieron no vacunar a la niña. Cuando salió de la clínica dejó constancia certificada por un escribano de que se hacía responsable de esa decisión. Como Cristina, sostiene que quizás pueda cambiar de postura en algún momento.

El grupo Libre Vacunación es uno de los más referidos por quienes deciden este estilo de vida. Desde la web, se insta a la personas a “ejercer su derecho al consentimiento informado y a decidir en forma independiente si aceptan o rechazan una vacunación para sí o para sus hijos”.

“Hay leyes que indican que la vacunación es obligatoria. Como pediatra, esa no es una disquisición individual. Pero hay papás que cuestionan la vacunación. Trato de escuchar y de resolver con información”, recuerda la pediatra Guillermina Huergo.

Matías Díaz, usuario de la plataforma de peticiones Change.org, subió la solicitud para derogar la ley de Vacunación Obligatoria 22.909 en Argentina. Suscribieron unas 10.500 personas.

Díaz, que vive en Córdoba, dice haber dedicado “miles de horas” a informarse sobre vacunas, motivado por su curiosidad. La página de Facebook “Argentina sin vacunas” que administra tiene unos 8.800 seguidores. Allí, y en un blog del mismo nombre, comparte información que sostiene su convicción y la de sus seguidores.

“Cada vez más gente desconfía, porque cada vez hay más vacunas”, dice.

Movimientos “anti”. Los movimientos antivacunas tie­nen mucha adhesión en España y en Estados Unidos, pero también en Latinoamérica: en septiembre, en Chile, un colectivo antivacuna fue a la Justicia para evitar la obligatoriedad de la vacuna contra el HPV, una de las más resistidas.

Qué dice la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda algunos de los mitos que promueven la no vacunación y los refutan.

“Las mejores condiciones de higiene harán desaparecer las enfermedades; las vacunas no son necesarias”. Falso. Las enfermedades volverían a aparecer si no hubiera vacunación.

”Las vacunas conllevan efectos secundarios nocivos y de largo plazo”. Falso. Algunos malestares leves asociados son temporales.

”Las enfermedades prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas, no hay motivos para que me vacune”. Los agentes infecciosos que las provocan siguen circulando en algunas partes del mundo.

“La gripe es sólo una molestia y la vacuna no es eficaz”. Esta enfermedad provoca entre 300 y 500 mil defunciones al año en todo el mundo.

La inmunización previene enfermedades, discapacidades y defunciones.

Fuente: La Voz del Interior. http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/no-vacunarse-una-tendencia-de-alto-riesgo?cx_level=flujo_1

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