Policiales

La construcción de un Estado estratega posible en el espacio sudamericano

«Dime quién es tu enemigo y te diré quién eres»… (Carl Schmitt)

El redescubrimiento de valores, ideales y aspiraciones identitarias de la civilización sudamericana, a lo que se ha hecho referencia en artículos anteriores, se configura como el objetivo movilizador de primer orden para la configuración y construcción de una sociedad política en unidad y coexistencia armoniosa de los individuos, sectores y agrupaciones que están en su substrato histórico y geopolítico. Dicha aspiración de orden meta-político se asienta en la aspiración de un pueblo determinado en ser y existir en su espacio circundante determinado, más allá de los vaivenes ideológicos de carácter más o menos globales. Ello constituye la legítima vocación de un pueblo de realizar su misión histórica, so pena de caer en frustración, subdesarrollo y putrefacción de sus elementos componentes en su faceta de sociedad organizada.

Tal fue la aspiración de esta sociedad argentina y sudamericana cuando un 25 de mayo como el de hoy dieron el primer grito de libertad, libertad para una realización nacional y regional independiente de todo dictado y sujeción ajeno a los intereses autóctonos y más recónditos de este pueblo ubicado en la cuenta del Río de la Plata, entre los Andes y el Océano Atlántico, con un límite sudamericano que nos proyecta hacia el Pacífico y el Caribe, hacia los 4 puntos cardinales de una vasta superficie dotada de recursos estratégicos y una gente valiosa por su ímpetu, inteligencia emocional, juventud, capacidad laboral y de proyección en cruz al infinito. Una sociedad capaz de grandes gestas y llamada a vivir su plena realización en un espacio respetuoso de los valores humanos y sociales que la han caracterizado desde su génesis, en esa mezcla y simbiosis única de una Europa que salía de la Edad Media y entraba en un espacio nuevo, desafiante y hasta posiblemente disolvente de identidades que se creían muy arraigadas y seguras.

Ello fue lo que se dio, el descubrimiento de este Nuevo Mundo, desvelamiento que aún no ha concluido, donde el grito de la tierra sagrada indígena sigue clamando por una armonía con lo natural que se ha ido; una cultura mestiza que se nos ha legado en su parir un nuevo ser que no ha terminado de configurar y cristalizar en una civilización que, no obstante se reconoce a sí misma en lo que es, lo que quiere y lo que busca. Desde la tierra del “Destino Manifiesto” las cosas parecen más simples y claras, con un plan estratégico y un sentido de cultura dominante que se ha expandido por todo el orbe. Para los herederos de España y Portugal, las cosas no se vienen realizando en su devenir histórico de un modo tan lineal como en el norte de América y las diversas corrientes culturales que se han ido sumando desde el Viejo Mundo, recibidas con esa generosidad latinoamericana tan franca y abierta, han generado una diversidad aún mayor, con una unidad superadora en vías de realización.

El destino de un pueblo sudamericano es un desafío aún latente, con una geografía que genera compartimentos no pocas veces estancos; con una cultura permeable a lo extranjero en su universalidad y practicidad; con una economía que sale a medias de los ciclos estacionales y naturales de lo pastoril hacia un desarrollo industrial trunco y vulnerable; con una política sesgada por intereses de facciones y grupos deseosos de representar un orden posible no pocas veces afín con intereses propios unas veces y foráneos otras tantas; en fin, con un proyecto de ser que no termina de cuajar ante tal inmensidad de posibilidades aún todas latiendo al unísono.

Dicha gama de futuros posibles, se asemeja a lo que expresado en mi anterior artículo, referido a los escenarios que se plantean en el escenario internacional ante un orden liberal que lentamente va mostrando resquebrajaduras tanto por el lado de las potencias sobres las que se asienta, como por de aquellas potencias emergentes, que configuran con sus intereses y valores un tipo diferentes de hacer y ejercer política doméstica e internacional2. Es en este marco en el que, los pueblos de Sudamérica se encuentran ubicados y en el que se espera que su liderazgo político los oriente mancomunadamente par que la inserción global sea ventajosa y acorde a sus intereses, valores y a cierto bien común.

Referirse a esta cuestión es ir al planteo de la construcción de un espacio organizado estratégicamente, con conocimiento de sus falencias, potencialidades y valores y proyectos unitivos, para afrontar acciones concretas integradoras de voluntades en un proyecto común, factible y realizable en el mediano plazo. En el artículo anterior me referí a ciertos valores que servirían de cimiento para generar el basamento cultural estratégico sobre el que edificar un proyecto político, un plan donde el diálogo de los diversos sectores sociales y políticos sea no sólo posible sino necesario en un esquema de participación ciudadana original y realista3.

Dicha meta es irrenunciable, un deber pendiente para estas sociedades, que han exhibido toda su fragilidad en la pandemia del COVID-194, con Estados vulnerables y limitados en su cometido de brindar respuestas a las demandas sociales acordes el bienestar general, con índices de contagio y mortalidad alarmantes si se toma la estadística oficial y perspectiva aún no claras sobre los impactos sanitario, económico y político-social. Entre los países del mundo con Estados que han demostrado mayor resiliencia, los indicadores ya van demostrando una recuperación substantiva, lo que repercute principalmente en una variable que es fundamental para los análisis de estabilidad y cambio político, es decir, la sensación de incertidumbre e inseguridad. Copio a continuación un cuadro indicativo sobre este particular, más allá de que incluya otros indicadores contextuales para medir la variable referida a inseguridad e incertidumbre:

La realidad sudamericana en lo que hace a niveles de incertidumbre varía de país en país, pero en general como región se encuentra aún en los niveles más altos de la curva que se muestran en dicho gráfico. Si se suman los fantasmas de inestabilidad social y política que soplan sobre esta región, principalmente al ver la inestabilidad en la que cayó Colombia, lo sucedido en Chile, Ecuador, Perú y Bolivia hace escaso tiempo atrás, se comprende que las tareas pendientes son de una magnitud tal que sólo con la construcción de Estados resilientes y con una visión de unidad civilizacional, sería asequible dar a esta región condiciones de desarrollo armónico, duradero e integrador hacia dentro de cada país y hacia afuera en su proyección internacional.

En el contexto que vengo describiendo la construcción de tal tipo de Estado asume un rol crucial, ya que es un Estado estratega el que podría dar respuestas a todos estos desafíos en el actual punto de inflexión histórico. Una organización socio-política de este tipo concebida desde valores sociales unitivos definidos desde un enfoque cultural estratégico es la continuación lógica y natural en su realización socio-política. Es más, este proceso se amalgama con otro que corre paralelo y que tiene que ver con ciertos factores de poder a los que me he referido en este blog, que se ubican al nivel de la psicología social y política de estos pueblos5, en la raíz mismo del comportamiento del individuo como animal social y político. Me refiero más puntualmente a cierto agotamiento y descontento que se observa en la sociedad civil con relación a la dirigencia y liderazgo políticos, que se ha hecho más evidente en todo el mundo en el marco de la pandemia. En tal sentido, no hay nación que pueda sobrevivir, si la sociedad civil no cree en sus líderes. Ante tal situación la población desea y aspira liderazgos esclarecidos y firmes que le devuelvan la confianza6. Lo opuesto es el descreimiento en las instituciones y la caída en un estado de anomia lindante con la anarquía.

La construcción de un Estado estratega para América del Sur sigue siendo el sueño de nuestros próceres independentitas del s. XIX pendiente de realización, que en la actual inseguridad e incertidumbre provocadas por la pandemia y la acentuada y expansiva crisis en que cayó esta región, podría hallar un punto de quiebre histórico para volver a poner en su lugar esos altos valores e ideales que animaron a nuestros héroes de otrora. Dicha búsqueda estuvo históricamente marcada por dos tendencias polítco-culturales opuestas. Dichas orientaciones tienen a su vez dos bloques socio-económicos opuestos. Uno es de corte liberal-aperturista, mientras que el otro es nacional-desarrollista7. La ausencia de un visión común ha debilitado, postergado y frustrado toda construcción de una Estado estratega. Dicha situación se dá en la Argentina y es más o menos común al resto de los países de la región. Es más y por un proceso diferente, con la actual crisis provocada por la pandemia, la discusión del tipo de Estado y sus fundamentos axiológicos y de modelo de desarrollo social se ha vuelto en diferente grado en moneda corriente en gran parte del mundo, según ya se vio en este blog.

Según parece el modelo de organización socio-política para responder a las demandas y expectativas sociales no responde ya a dictados racionales iluministas, por lo que no se correspondería con los modelos social-comunistas, ni nacional-socialistas, ni liberal-plutocrático, sino que en esta instancia histórica respondería finalmente a una corriente que proviene del interior de las sociedades, de sus raíces culturales más profundas. Reducida la intermediación ideológica y la construcción racional-especulativa, queda al líder político, al pensador y analista político, al diseñador de proyectos sociales, al estadista comprometido con la causa nacional, al académico deseoso de dar con la construcción política estable y duradera, adherirse a aquellos valores meta-políticos de este espacio geopolítico por el que nuestros héroes dieron sus vidas algo más de dos siglos atrás. El Estado estratega, si lo es, lo será por responder al diseño y proyecto que realmente represente los intereses de este rico pueblo argentino y sudamericano, que no claudica de sus ideales ni de la luz que ilumina su destino y que guiará su decisión sobre lo que realmente quiere ser como pueblo y nación.

RAPA

Blog original con artículos anteriores y citas bibliográficas.