Juntos a la par, con los vecinos
El cronograma electoral que empieza a dibujarse para 2019 es un reflejo de esta época. Es imposible hacer pronósticos para las elecciones presidenciales, pero sí podemos decir con seguridad que van a ser sumamente polarizadas. En este contexto, varios gobernadores decidieron apostar a un desdoblamiento de las elecciones presidenciales y las provinciales.
Desdoblar las elecciones es una oportunidad para pensar en el destino y en el funcionamiento de la propia provincia, algo que muchas veces queda, injustamente en segundo plano. Y para Córdoba, en 2019, representa una oportunidad histórica.
Ramón Mestre, actual intendente de Córdoba capital, decidió fijar la fecha de las elecciones municipales para el 12 de mayo, haciéndolas coincidir con la fecha de las provinciales establecida por Schiaretti. Si Martín Llaryora se decide a competir por la capital, y si tanto él como Schiaretti se imponen en las urnas, la gobernación y la principal intendencia de la provincia quedarían en manos de la misma fuerza política. Algo que no ocurre desde hace quince años.
Es innegable hoy en día la importancia de tener alineados los distintos niveles administrativos. No se trata solo de la política, porque si existe un proyecto unificado, los principales beneficiarios son los vecinos. La provincia, por ejemplo, se ocupará de las grandes obras públicas, que la ciudad no puede afrontar con su presupuesto y su dimensión, mientras que el gobierno municipal se podrá concentrar en los servicios que hacen al día a día del vecino, como la limpieza y la seguridad.
Por el contrario, cuando hay diferencias de criterio, mala comunicación y hasta resentimiento entre los distintos niveles, termina siendo malo para todos. El propio Mauricio Macri dio cuenta de eso, cuando era Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y le tocó un gobierno nacional y una Provincia en manos de otro signo político. Fueron ocho años de desencuentros, trabas y proyectos bloqueados.
Este estancamiento, a fin de cuentas, repercute mucho más en los hogares familiares que en las oficinas de los políticos. Todo lo contrario ocurre cuando la relación entre los niveles fluye en nombre de un mismo proyecto. Las diferencias son buenas, pero no pueden ser infinitas.
Imaginemos un piloto y un copiloto que no pudieran ponerse de acuerdo sobre el camino a seguir: el avión ni siquiera llegaría a despegar. A ninguno de los pasajeros, claro, le importa esa discusión interna; todos quieren llegar en forma rápida y segura a sus destinos.
Lo mismo ocurre con los servicios. En el día a día, poco le importan al ciudadano las rencillas políticas; lo que quiere es ver resueltos sus problemas. Por eso, no es lo mismo tener un intendente enfrentado por la provincia que uno que trabaje codo a codo con ella, que tenga al gobernador a sólo un Whatsapp de distancia.
Esta es una oportunidad histórica para Córdoba, no para el PJ ni para Cambiemos. Es una oportunidad, para los vecinos, de poner fin a un largo desencuentro y buscar armonía para los próximos cuatro años. También de pensar en la provincia, y en la capital, poniendo en eje sus intereses, al margen de las tendencias nacionales. Córdoba tiene un enorme potencial y todo está por hacerse. Tener una actitud colaborativa y colectiva, en lugar de confrontativa, sería muy importante, no solo para el gobierno, sino también para el sector privado.
El cambio debe ser social y cultural, con una mayor agilidad en la toma de decisiones, y por eso es tan importante la conexión inmediata en el gobierno provincial, para tratar temas que están en la agenda o afuera de ella. No hay que esperar más a que las cosas vengan a Córdoba; hay que ir a buscarlas. Las industrias, las inversiones y el turismo pueden llegar mediante proyectos conjuntos y a largo plazo con la provincia.
Ya hablamos suficiente de política, es momento de empezar a hablar de la gente.
