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Eutonía: La posibilidad de conocernos y lograr conciencia de nuestro cuerpo

Alejandra Otaño
Alejandra Otaño

La eutonía es una disciplina corporal que propicia el autoconocimiento, su objetivo es despertar y cultivar la conciencia de la unidad psicofisica que cada individuo es. La definición resulta sencilla, pero mucho más complejas pues no es una comprensión intelectual sino una propuesta experiencial.

Una misma clase es una vivencia distinta para cada persona. En el nivel físico el objetivo es que ella logre la regulación del tono muscular. Dolor y tensión suelen ser los síntomas a través de los que el cuerpo se expresa, y es allí donde la Eutonía enseña a ponerse en contacto. Habitar el cuerpo, saber qué hacer, de manera simple y directa.

La eutonía fue creada y desarrollada por Gerda Alexander (Alemania, 1908) Desde los dieciséis años, Alexander había sufrido una enfermedad que le dificultaba el movimiento. Esto la inspiró a buscar formas de moverse que no requirieran demasiado esfuerzo y que no agravaran sus síntomas. Poco a poco, empezó a transformar estas reflexiones y observaciones sobre su cuerpo en un sistema pedagógico. Lo llamó eutonía, uniendo las palabras en griego eu (bueno, armonioso) y tonus (tono, tensión).

Uno de los descubrimientos más importantes de Alexander fue que, cuando el individuo tiene una idea clara de lo que quiere hacer, el cuerpo reacciona en forma refleja, aplicando la cantidad de energía y el tono apropiados. Para lograrlo, la persona tiene que estar atenta a su cuerpo y “escuchar” lo que éste expresa. Estar «en contacto» abierta a los mensajes que provienen de él, a sus reacciones. La observación libre y desprejuiciada, el desarrollo de un observador neutral, es lo que se va desarrollando y fortaleciendo con la práctica.

En general, no prestamos mucha atención a lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo. No pensamos en nuestros órganos, en nuestros huesos, en lo complejos que estos son. Alexander, por su padecimiento, empezó a notar todas estas cosas que tendemos a dar por sentadas. Por eso, una parte fundamental de la eutonía es tomar consciencia de las cosas que nos parecen obvias y cotidianas.

El cuerpo es, realmente, un gran desconocido. Por eso, la eutonía se enfoca en lograr conciencia de él, de la piel y de los huesos, el espacio interno. Al recuperar la sensibilidad, superficial y profunda, el practicante logra ampliar su percepción e influir de forma voluntaria en sistemas que son normalmente involuntarios.

Los beneficios que pueden obtenerse de esta práctica son muchos, tanto para personas que sufran alguna dolencia o patología, como para los que no, y quieran simplemente desarrollar una relación más armoniosa con sus cuerpos y conocerse mejor. Esto se logra en clases, individuales o grupales, en que el eutonista actúa acompañando y guiando la experiencia.

Quienes practican la eutonía notan una mejora en la salud en general, en las funciones articulares, en la postura y la cinestesia, y también logran un manejo más orgánico y natural de su cuerpo a la hora de realizar actividades cotidianas que requieren esfuerzo. También se reportan un mayor control de las funciones vegetativas, involuntarias, como las asociadas a la respiración, la circulación, la digestión y el sueño.

Además, esta conciencia del cuerpo permite al individuo conocerse mejor en todos los aspectos, la experiencia de unidad que se es que parte de habitar el cuerpo.

La eutonía es una práctica diseñada para todos y al alcance de todos, con un impacto positivo en la salud física, mental y emocional. Sus efectos no están limitados a una sola actividad, sino que acompañan al practicante a lo largo de toda su vida.

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