Policiales

Comienza a realizarse la autopsia del cuerpo hallado en el Río Chubut

El caso Maldonado entró ayer en una instancia crucial: el cuerpo hallado en el río Chubut llegó finalmente a la morgue del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema, donde hoy, a las 9.30, se iniciará la autopsia que busca dos propósitos mayores: constatar una identidad, la de Santiago Maldonado, que a esta altura se da por sentada; y dilucidar las circunstancias en que ese cuerpo perdió la vida.

El operativo de traslado desde Esquel y las medidas de vigilancia son estrictas. El juez de la causa, Gustavo Lleral, extremó condiciones para evitar que el complejo trámite se “embarre”. Además de la fuerte custodia, el cuerpo fue trasladado con el seguimiento de los peritos designados por la familia Maldonado –Mario Coriolano y Alejandro Inchaurregui–, los expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense y personal de la fiscalía federal que dirige la investigación. Todo fue filmado con doble cámara. El cadáver fue colocado en un cajón sellado, precintado y firmado por los representantes de las cinco querellas y del único imputado en la causa, el gendarme Emmanuel Echazú.

La situación de Echazú dio lugar a una confusión. Él se presentó espontáneamente en el juzgado tras sufrir un profundo corte en la cara el 1° de agosto, cuando la Gendarmería desalojó por la fuerza el piquete de una decena de personas que cortaba la ruta 40. Por una razón formal, no puede ser querellante y figura como imputado, para poder así tener acceso al expediente.

Mientras las noticias sobre la identidad podrían adelantarse a partir de huellas dentales y digitales, el análisis definitorio de ADN se hará en el laboratorio genético del Equipo Argentino Antropología Forense, que dirige Carlos Vullo en la ciudad de Córdoba. Los resultados demorarán entre tres y siete días.

Ayer, la familia del artesano respaldó, a través de las redes sociales, el accionar del juez Lleral y volvió a cuestionar a la Casa Rosada, tras catalogar como una “provocación” el viaje de Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos, a Esquel.

La fiscal del caso, Silvina Ávila, puso ayer la lupa sobre el testigo encubierto que aportó el dato clave para el hallazgo del cuerpo, unos 300 metros río arriba del lugar en el que se lo vio por última vez a Maldonado, cuando era perseguido por la Gendarmería.

El “testigo E” –mencionado así en el expediente por la protección de su identidad– fue quien dio el dato a partir del cual el juez Lleral ordenó el quinto rastrillaje desde que se inició la causa, esta vez en una zona muy precisa.

Además, se supo que esa búsqueda se hizo recién una vez que el juez contó con la anuencia de la familia y de las personas que tienen tomadas esas tierras.

Ricardo Urquiza, el bombero de Deán Funes que ayudó a hallar el cuerpo con su perro Toby, contó que, el día del operativo, los mapuches controlaron todo, no sin tensión. Cada bombero tuvo a su lado en todo momento a una persona encapuchada, que portaba y exhibía palos y cuchillos, en completo silencio. Para entrar al área que mantienen tomada, pese a la presencia del juez, máxima autoridad jurisdiccional, cada bombero debió permitir que los ocupantes del lugar los cachearan y dejar a un lado celulares y cualquier elemento que ellos consideraran que pudiera usarse como un arma.

Lo que genera zozobra en cada eslabón del caso es la idea de que el cadáver hallado en el río haya sido “plantado”. Verónica Heredia, abogada de la familia Maldonado, dijo que ese mismo lugar había sido rastrillado ya en cuatro oportunidades.

Lo mismo dijo la vocera del Pu Lof de Cushamen. Soraya Maicoño insistió en que allí “se realizaron cuatro rastrillajes, dos de ellos muy minuciosos con 300 personas en territorio, canes, drones y embarcaciones”.

“Ese bulto, que terminó siendo el cuerpo, no estaba allí días antes”, dijo. Claro que en cada caso la comunidad condicionó y en mayor o menor medida determinó esos rastrillajes.

El último informe de la Prefectura contradice esa versión: indica que los buzos, en especial los integrantes de la Estación de Bariloche, sólo habían ido río abajo y no habían pasado por allí; tampoco los agentes de tierra con perros adiestrados.

Ese documento de 29 páginas señala que los prefectos recorrieron una zona desde la denominada “zona cero”, donde se lo vio por última vez a Maldonado, río abajo hacia Esquel, a lo largo de unos 60 kilómetros.

Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior

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