Policiales

De casa al trabajo y del trabajo a casa

En Setiembre de 1943, Juan Domingo Perón, entonces secretario de Trabajo y Previsión Social, advierte sobre acciones de la oposición por los avances en materia de derechos laborales. Se dirige a los trabajadores y al pueblo en general. En este discurso Perón pronuncia la histórica recomendación de ir «de casa al trabajo y del trabajo a casa».

Estuve pensando mucho en esa gente que anda con gesto cabizbajo, como sin rumbo, o hastiada de recorrer una y otra vez los mismos caminos, del trabajo a casa, de casa al trabajo, dos horas y media en el transporte público, llevando sus frustraciones y sus disgustos como un equipaje cada día más pesado. Con esa sensación, que todos conocemos, de estar perdidos incluso en el lugar que mejor conocemos; de que las cosas no van para ningún lado y que nada parece mejorar, sino, en general, al contrario.

Me imagino a una de esas personas desalentadas, mirando una pantalla de televisión, en el camino, o antes de salir de casa, esta mañana, y viendo las fotos de Amado Boudou, a punto de ser detenido en el living de su casa, con cara de triste, joggins y con una remera negra que no le podía disimular la panza.

Para mucha gente, estoy seguro, encontrarse con esa imagen habrá sido como ver un tesoro. Como recuperar el color. No parece algo constructivo que la desgracia de un hombre sea la alegría de otro, pero seamos sinceros: puede que no todos estén contentos con la detención de Boudou, pero excepto él no hay nadie (ni siquiera sus antiguos aliados) que esté verdaderamente triste.

La explicación de este hecho, la explicación psicológica, es muy sencilla. Mientras que esas personas que describí al principio estaban apostando al proyecto o sufriendolo, sumado la situación del país en la década kirchnerista, los personajes como Boudou la estaban pasando fenomenal, haciendo negocios increíbles. Mientras había, ya, un 30% de pobres, Boudou les decía que estaba todo bien y parecía que se les reía en la cara, mientras tocaba la guitarrita, manejaba Harleys y contaba dólares.

¿Qué siente el hombre de a pie? Que por primera vez la situación se invirtió. Ahora Boudou es la imagen misma de la decadencia. Ya no se ríe. Tampoco se ríen más López, ni Báez, ni De Vido, ni Medina… ni los que se le ven venir.

Sí, todavía falta mucho camino por recorrer, pero parece que por primera vez estamos corrigiendo un poco el rumbo. Que se vea que no siempre “sigue todo igual”, que las acciones tienen consecuencias, y que el que las hace las paga, tiene un valor incalculable.

Es un cambio que viene de la mano de otros: un plan de educación de avanzada, y no sólo los libros con Perón y Evita o con Cristina y Néstor, que haya un plan ambicioso de obras públicas y de innovación. Hay mucho que ajustar, sin duda.

Hay problemas con la economía, muchos heredados del ciclo anterior, y también desigualdades generadas con este. Están los impuestos. Las conspiraciones de los supermercadistas. El hecho de que la Coca-Cola, que es nada más que soda con jarabe, pague los mismos impuestos que un producto agropecuario con valor agregado como el vino…

Pero en este nuevo rumbo queda el margen para corregir estas cosas. Y hay un mejor precedente, porque con cada nuevo corrupto que va a la cárcel se le marca la cancha a los políticos. Queda claro que no cumplir bien su función puede tener consecuencias, que no van a quedar impunes los desmanes al frente del estado.

Por eso, esta noche siento que mucha gente se va a ir a dormir más tranquila, y con más ganas de levantarse mañana y volver a la rutina de siempre, más allá de todos los problemas. Queda mucho por hacer, pero ojalá sigamos por este camino.

No sería raro que muchas de esas personas, hoy cabizbajas, hayan creído en su momento en el «relato». A nadie se lo puede culpar de entusiasmarse, menos cuando le dijeron que la justicia social estaba a la vuelta de la esquina.

Para muchos fue doloroso el desencanto, darse cuenta de que en realidad esos supuestos justiciero habían estado haciendo negocios a costa del estado. No importa haberse equivocado; lo que tiene valor es seguir adelante y cambiar de rumbo. Esa fue la decisión de la sociedad, y no de ningún partido político, que quedó ratificada el último 22 de octubre.

Podría hablar de Macri, de Cristina, y de los grandes nombres, pero hoy prefiero pensar en esa gente cabizbaja que se animaron…, admitieron que estaban equivocados, y a romper todo lo que hiciera falta para preparar la tortilla. Porque sin esa decisión, y sin aprender de los propios errores es imposible construir un país como queremos, con justicia y futuro.

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Eduardo Reina

Consultor especializado en Comunicación Institucional y Politica, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político. Universidad del Salvador, USAL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Actual Presidente Tres Cuartos Comunicación y es Docente Universitario. Anteriormente fue Vicepresidente de Estudio de Comunicacion, multinacional española que figura entre las 10 empresas del ranking de Merger Market de empresas Europeas. www.eduardoreina.com

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