Política

Así fueron los tiempos de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”

#OPINIÓN de Eduardo Reina

Aunque Néstor Kirchner era el lugarteniente de Duhalde, le debió a Héctor Cámpora su identidad. Como él fue “un segundo”, llegó con “auto proscripción”, explotando su pasado reciente y con aliados regionales. Pero eso no fue todo…


El 25 de mayo de 2003 Néstor Kirchner asumía la presidencia coincidiendo con los 30 años de la victoria de la fórmula de Cámpora, a partir de ahí Nestor Kirchner fue constructor de una identidad propia a partir de la figura de Héctor J Cámpora. Este es el más grande exponente de una candidatura testimonial en la historia Argentina. 

Luego del fracaso de las políticas tras la caída de Perón en 1955, en 1970 empezaba a tomar fuerza la idea del retorno del líder exiliado en Madrid. Para esto debían lograr un candidato de transición que sedujera tanto a los peronistas de la primera hora y a la juventud de izquierda deslumbrada por la Revolución Cubana. 

Por esto, la campaña electoral fue apalancada en dos consignas hoy históricas “Cámpora al gobierno, Perón al poder”  y “Perón y Evita: la patria socialista”. Ambas mostraban que en realidad Cámpora sería un delegado de Perón. 

Cuando Cámpora asumió el poder, pese a la breve esperanza de quedarse, al poco tiempo cedió ante la orden de su líder político pues sabía que los votos no eran propios.

Cuando Néstor Kirchner apareció en el panorama nacional se mostraba como un sucesor y lugarteniente de Duhalde que se había autoexcluido de la posibilidad de ser presidente debido al desgaste de la administración del conflicto económico, sumado al escándalo del caso Kosteki y Santillán, mientras el  núcleo de poder pretendía que pacificara socialmente. No pudo, la calle se le fue de las manos. Por esto anticipó las elecciones con la idea de dejar a un sucesor que respondiera ante él. 

Sin embargo la elección no era sencilla porque, además de lidiar con el descrédito generalizado de la política, debía ganarle a Menem. Para esto buscó candidatos que fueran leales pero que tuviera su propio peso específico. En ese entonces surgían las figuras relevantes de Carlos Reutemann y José Manuel De la Sota. Al último no le daban las encuestas y el primero no aceptó por razones que hasta ahora son un misterio. 

“Cámpora al gobierno, Perón al poder”

Néstor Kirchner, quien por entonces estaba en su tercer mandato como gobernador de Santa Cruz, tuvo mucha suerte al jugar sus pocas cartas para lograr ser el elegido por Duhalde.

Las virtudes de este ignoto eran escasas pero supo usarlas bien. Primero tuvo la habilidad de posicionarse en el ámbito público astutamente encaramado en la ausencia de liderazgo a medida que empezaba a notarse.

En segundo lugar, construía su imagen valiéndose de un único gran logro que era haberle ganado un juicio al Estado Nacional por las regalías petroleras cuyo dinero, es bueno recordar que lo depositó en el exterior (en un banco de Nueva York y luego terminó en un banco de CréditSuisse, en Suiza). 

Por último eligió estratégicamente al pichichi Daniel Scioli como un vice que, a la vez lo mostraba fiel ante los ojos de Duhalde, y le servía como demostración de poder ante su principal adversario, Carlos Menem, al robarle uno de sus delfines que parecía la encarnación de la lealtad.

Néstor Kirchner llegó “de prestado”, aprovechando que no había un candidato que sume los votos necesarios y que nadie se quería enfrentar a un tan pobre desempeño. Por esto, al asumir el cargo debía generar un golpe de efecto para sumar poder real a su pobre imagen de segundo puesto con el 22% de los votos obtenido en la primera vuelta se vio privado de ganar por el abandono de Menem ante el ballotage con la excusa de dejar el camino abierto a nuevas figuras. 

Para legitimarse, Kirchner hizo unos pocos cambios ministeriales y desarrolló sobre todo una gran actividad mediática. Se amigaba y daba todo a los medios porque los necesitaba para forjar una identidad que lo fortaleciera. Encontró su eje de poder con la explotación del pasado reciente de la última dictadura, las críticas al menemismo y logrando el beneplácito de la Madres de Plaza de Mayo. A estos apoyos locales sumó el discurso latinoamericanista para servirse de los líderes vecinos como paraguas. Fidel Castro de Cuba, Hugo Chávez de Venezuela y Luiz Inacio Lula da Silva de Brasil.

Hay algunos parecidos entre el surgimiento del kirchnerismo y la figura inspiradora de este. Al igual que Kirchner con su latinoamericanismo, Héctor Cámpora había utilizado la misma estrategia en lo internacional acercándose al presidente de Cuba, Dorticós. 

Inspirado en este acercamiento, a partir de 1973, el peronismo puso el acento en una reforma agraria. Se lanza un Plan Sectorial Agropecuario que ponía en duda el derecho a la propiedad privada. En esta misma línea se promovió la ley de abastecimiento, para combatir la especulación de grandes empresarios y comerciantes.

Ambas presidencias se construyeron a partir de ideas similares. Al igual que con la proscripción del peronismo que había en 1973, para el 2003 había una “autoproscripción” que recuerda la línea que intenta seguir hoy en día Cristina. Así como con el FREJULI de Cámpora, aparecieron frentes que también permitían mencionar al peronismo sin nombrarlo directamente.

Cámpora junto a Perón y Evita

El Frente para la Victoria que proponía  “Un país en serio” que se oponía a la idea dicha por Rodriguez Saa respecto de la suspensión del pago de la deuda, y por último el Frente por la Lealtad que promovía la fórmula Menem Romero y utilizaba el “Menem lo hizo” y el “¡Vamos Menem!” además de proponer una tercera presidencia histórica (“Menem. La tercera presidencia. La histórica”). La gran diferencia es que en los 70 el partido peronista estaba prohibido y en los dos mil y ahora, solamente está mal visto.

25 de mayo: Néstor y Cristina Kirchner

Yendo a nuestro presente vemos que Cristina denunció una proscripción que igualmente en realidad es una autoproscripción que se basa menos en su situación judicial que en la certera posibilidad de perder que la obliga a delegar para no hacerse cargo. 

Nuevamente intenta, como con Alberto Fernándezdelegar sin perder el poder para asegurarse una forma de continuidad que le permita, ante una necesidad, mover los resortes para tomar el poder directamente.

Según La Cámpora, el legado político que recogen del presidente de transición al tercer peronismo es el de la lealtad frente a los líderes y a la voluntad popular. También ven en este presidente un simbolismo del retorno tras la proscripción logrado por “la lucha de todo un pueblo”.

Sin embargo, a diferencia de Cámpora que fue fiel a su creador y se preocupó centralmente por mantener unidas a las distintas líneas internas del justicialismo hasta la llegada de Perón, el kirchnerismo surgió a partir de la traición de Néstor hacia Duhalde

Hoy a Cristina eso se le escapa de las manos y su planteo apunta a unir líneas divergentes pero para poder obligar al peronismo, una vez más, a aceptar a su elegido. 

Cámpora apeló a la enunciación de un gobierno revolucionario pero su principal proyecto fue la realización efectiva del retorno de Perón.

CFK, por su parte,  junto con su hijo Máximo y Grabois, quieren volver a una fase revolucionaria y socialista que ya queda demodé y fuera de contexto con la realidad mundial actual, pero olvidan el reconocimiento del partido peronista que los apuntala en el poder.

El presente dista mucho de ese 25 de mayo de 2003, sin ir más lejos, el apoyo regional parece reducido solamente a Lula, cuya relación con la Argentina se reduce casi al papel de ir pidiendo clemencia por el mundo para la Argentina y que le den más plazos con el FMI.

La fiesta del 25 de mayo de Cristina festeja la casualidad que significó la presidencia de Néstor Kirchner y la traición al duhaldismo. Muchos esperan que sea un acto de inicio de campaña, pero cada día se perfila más como una fiesta para que el kirchnerismo pueda despedirse a todo de la escena política nacional antes de una posible derrota de este año. 

Este festejo nostálgico y despedida se harán como nos tiene acostumbrado el kirchnerismo con toda la parafernalia propia de quien sabe que no pagará de su bolsillo los costos de su fiesta.

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Eduardo Reina

Consultor especializado en Comunicación Institucional y Politica, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político. Universidad del Salvador, USAL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Actual Presidente Tres Cuartos Comunicación y es Docente Universitario. Anteriormente fue Vicepresidente de Estudio de Comunicacion, multinacional española que figura entre las 10 empresas del ranking de Merger Market de empresas Europeas. www.eduardoreina.com