Policiales

El amor por las dos Cristinas

Todos lo escuchamos. En pleno viaje a Nueva York, para cerrar el acuerdo con el FMI, Mauricio Macri recibió el premio Global Citizen Award y, vestido de gala y a pura sonrisa, dio un breve discurso. Y dijo, en un inglés incómodo (que parece desmentir sus años de colegio bilingüe): “espero que esto funcione bien y que toda Argentina se enamore de Christine (Lagarde)”.

Esto causó algunas risas entre los concurrentes. Entre quienes lo vieron en Argentina, uno puede suponer que no pasó lo mismo. Esto de comparar el acuerdo con el FMI con algún tipo de vínculo sentimental nos transporta inmediatamente a la peor época de las relaciones carnales. Y además de todo, el nombre de la señora en cuestión no podría ser más inconveniente.

Mauricio Macri está entre dos Cristinas. Las dos le son necesarias. La vieja Cristina es imprescindible en el ámbito de la política nacional, la mejor chance que tiene Macri para alimentar sus sueños de reelección. La nueva Cristina, o sea Christine, es, por ahora, su mejor aliada para estabilizar la situación económica y darle al país proyección internacional.

Como en un culebrón, Macri trata de convencer a la nueva Cristina y a los mercados de que la vieja Cristina ya es historia, aunque en el fondo todos sabemos que no es así, porque siempre se vuelve a los viejos amores. El plan reelectoral de Macri implica que CFK pueda competir contra él en 2019, y así neutralizar al Peronismo de la tercera posición ,(Massa,Urtubey, Pichetto, Schiaretti ,Uñac lo que también supone la posibilidad de que termine ganando. Es jugar con fuego, pero hoy es su verdadera chance.

Por otra parte, ahora todo es color de rosas con la nueva Christine, pero todo eso puede cambiar cuando llegue la hora de pagar. El “enamoramiento” de Macri puede transformarse en desengaño. Lagarde es una mujer fuerte, que, como todas las que se dedican a la política, ha tenido que abrirse camino a fuerza de carácter en un mundo dominado por los hombres. No es la madre amorosa que el gobierno quiere ver, sino que su perfil encaja más bien con la femme fatale. No tan distinta, a fin de cuentas, de la vieja Cristina.

Las sociedades como la nuestra suelen ser injustas con las mujeres que participan en la política. Se les exige que sean buenas políticas, es decir que tengan ambición y carácter, pero también que sean “buenas mujeres”, comprensivas y protectoras, como madres o abuelas. Y estos dos aspectos no son reconciliables.

Mauricio Macri puede haber sido un playboy e ir ya por su tercer matrimonio, pero nada de esto implica que comprenda a las mujeres, ni siquiera a las que participan de su misma profesión. Quizás ahora parezca que es el tiempo de enamoramientos e idilios, pero cuando llegue la hora de pagarle a una Cristina, o de competir en las urnas con la otra, nos daremos cuenta de que estas mujeres son, ante todo, políticas.

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Eduardo Reina

Consultor especializado en Comunicación Institucional y Politica, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político. Universidad del Salvador, USAL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Actual Presidente Tres Cuartos Comunicación y es Docente Universitario. Anteriormente fue Vicepresidente de Estudio de Comunicacion, multinacional española que figura entre las 10 empresas del ranking de Merger Market de empresas Europeas. www.eduardoreina.com