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A los 88 años se casó Martín Balza, exjefe del Ejército, con su primera novia

Dieron el “Sí, quiero” en el registro civil de Recoleta; la historia de amor que se demoró más de 50 años.


“Los declaro unidos en matrimonio, puede besar a la novia”, escuchó el teniente general Martín Antonio Balza de parte del juez Néstor Eduardo Álvarez Cid y no dudó un instante en aceptar su sugerencia. Entonces, miró a los ojos a su amada, Gladys Margarita Aquino -más conocida como Molly para sus íntimos, apodo que a él le encanta y así la llama amorosamente-y la besó con dulzura.

Él, de Salto, provincia de Buenos Aires, veterano de la guerra de las Malvinas y exjefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino en el gobierno de Carlos Menem, tiene 88 años. Ella, chaqueña y exmaestra, 75.

La historia de este flechazo tiene sus orígenes allá por 1966 cuando Balza revistaba como un principiante Teniente en el Regimiento de Artillería 3 de Paso de los Libres, Corrientes. En una oportunidad, Molly, que era maestra de grado en la Escuela 265 de la zona, concurrió con sus alumnos para recorrer la unidad y aquel oficial treinteañero quedó encantado con “la señorita”, como le decían sus chicos.

Cuando el grupo se retiró, Balza estaba firme como soldado para despedirla entre sonrisas. Luego se encontraron en misa, y saludo va, palabra viene, empezaron a conocerse un poco más. Antes del año ya estaban de novios, pero el oficial recibió la peor noticia: su traslado.

La distancia hizo que cada uno continuara sus pasiones por su lado. Molly, siempre en su tierra, se casó y tuvo tres hijos. Martín se enamoró de María Inés Serrano y formó una hermosa familia con cuatro herederos.

El tiempo pasó y mucho, por cierto, y ambos enviudaron. Martín Balza, más precisamente el 25 de octubre de 2008. Hasta que un día, un amigo en común, Julio Monti –hoy fallecido-, allá por 2012, mientras Balza era embajador en Costa Rica, lo llamó desde Paso de los Libres donde se encontraba de viaje y le dijo: “Escuchá esta voz que te va a resultar cercana”. Del otro lado estaba Gladys y Balza exclamó: “¡Molly!”. Fue el renacer de aquel amor fulgurante…

Lo que siguió fue un encuentro tras otro en Buenos Aires, el primero más que romántico en el restaurante El Globo, de Hipólito Yrigoyen y Salta, un clásico para el mejor puchero, y empezaron una especie de noviazgo a distancia, claro, porque él seguía con sus funciones de embajador en Costa Rica. Cuando ella viajó para allá como su invitada todo se terminó de cerrar. Luego llegó la convivencia en 2016, cuando él regresó a Buenos Aires.

La formalidad de la boda por civil se dio este caluroso 10 de enero de 2023 a las 15. Molly llegó con Franco, su nieto, y a Balza lo acompañaron dos de sus hijos, Santiago y Martín. Los testigos fueron el embajador Claudio Pérez Paladino, embajador en Sudáfrica, y su mujer, Liliana Villalobos.

Después de varias postergaciones debido a la pandemia, la boda finalmente se pudo concretar. Ahora los espera una ceremonia religiosa en marzo y una romántica luna de miel en Mar del Plata, ciudad que ambos adoran.

Las clásicas despedidas del final de todo casamiento ofrecieron alguna que otra confesión. Balza bromeó con la paciencia que le tuvo Molly para esperarlo luego de tantos años. Ella acompañó el comentario con una bella sonrisa. Lo que sí se supo fue que ambos, luego de la viudez, empezaron a tener noticias e interesarse el uno por el otro.

Y allí fueron, los dos elegantísimos luego de retirarse del coqueto Registro Civil del Recoleta Mall. Él de riguroso traje gris y camisa celeste, moderno, sin corbata. Ella de blusa y pantalón lavanda. Tomados de la mano, se miran y se vuelven a besar.