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Luz amarilla intermitente: Trabajo y pandemia con perspectiva de género

Tanto la Organización Mundial del Trabajo (OIT), como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), exponen estudios sobre los efectos devastadores de la pandemia en lo que respecta a la economía mundial y latinoamericana, poniendo especial énfasis en marcar que la crisis “tiene un impacto desproporcionado en las mujeres”.

Los jóvenes y los trabajadores informales eran críticamente incididos por la falta de puestos laborales, pero por efecto y consecuencia de la pandemia se agrega la notoria y acelerada pérdida de puestos de trabajos de las mujeres.

Lamentablemente, a nivel mundial, se observa que en el mercado laboral se agranda la brecha de disparidad y desigualdad de género, “Esa disparidad con respecto al índice de participación en la fuerza de trabajo había disminuido levemente en los últimos decenios, si bien la brecha a escala mundial seguía siendo aproximadamente de 27 puntos porcentuales en 2019” (OIT).

Debemos resaltar un dato fundamental para analizar con mayor detenimiento el momento, la CEPAL informa que en la región (Latinoamérica y el Caribe) “las mujeres están en la primera línea de respuesta a la crisis sanitaria y se encuentran expuestas a mayores riesgos de infección, ya que representan el 72,6 de las personas ocupadas en el sector salud en la región”.

A su vez, la OIT informa que en el mundo “los sectores más golpeados son el de actividades de alojamiento y servicio de comidas; comercio al por mayor y al por menor; actividades inmobiliarias, actividades administrativas y comerciales, y las industrias manufactureras.”.

Otras de las actividades económicas que deberíamos agregar en nuestro país son los servicios educativos privados, funciones conectadas a lo anterior y aquellas vinculadas al turismo y la atención de las personas (niños y ancianos) entre otras.

Ante este panorama además de medidas de política fiscal y monetarias para mitigar el impacto social y económico de la pandemia, entiendo que lo primero que tenemos que hacer es poner en prioridad de agenda esta realidad, para buscar las soluciones y las remediaciones sociales necesarias.

Las respuestas deben tener como primer protagonista a los Estados Nacionales y debe ser prioritario que en las medidas de estímulo fiscal que se definan para complementar a las prestaciones actuales o los incentivos sectoriales que se sumen post pandemia tenga una mayor atención hacia las mujeres “en las políticas fiscales de respuesta a la pandemia de debe incorporar una perspectiva de genero que permita abordar la discriminación que viven las mujeres y evitar que aumenten las brechas de desigualdad” (CEPAL).

Algunos aspectos a modo de ejemplo simplemente para actuar con celeridad durante la pandemia, pero particularmente post, tienen que ver con abordar las problemáticas en gabinetes interministeriales desde el sector público (se viene realizando en algunas jurisdicciones), en articulación y vinculación con los actores privados y ONGs para tener una visión ampliada y validada por la mayor cantidad de actores.

Por otra parte, está ampliamente demostrada la falta de personas para cubrir puestos de trabajos demandados en el sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs), lo que claramente ya marca un objetivo a cumplir, planificar y ejecutar políticas públicas para incluir mayor cantidad de mujeres a un sector que demanda mano de obra calificada y bien remunerada.

Es muy interesante leer el informe de la Fundación Sadosky, realizado para el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, cuyo titulo es interrogativo y a su vez muy concreto Y LAS MUJERES … ¿DÓNDE ESTÁN?, veamos algunas conclusiones.

Las principales conclusiones del estudio podrían resumirse de la siguiente manera:

1. Las representaciones que alejan a las mujeres de la informática se hallan en buena medida ya estabilizadas en la adolescencia tanto entre los varones como entre las mujeres.

2. En términos de carreras de educación superior deseadas, entre las mujeres, las carreras de informática ocupan el anteúltimo lugar, y son elegidas sólo por un 2,3% de las entrevistadas. Por el contrario, en el caso de los varones, computación e informática aparecen como las carreras con más potencial favoritismo, aunque con sólo un 19,4% de preferencia.

3. En lo que hace a la representación sobre participación de los géneros en distintas carreras terciarias/universitarias, las carreras de informática y computación son aquellas percibidas como menos adecuadas para las mujeres entre todas las listadas.

Como vimos un gran campo de posibilidades laborales se abren desde las TICs, importante son las experiencias de escuelas como las PROAS que pueden dar una educación formal orientada a que se rompa con “estereotipos” respecto de si las carreras informáticas son adecuadas o no desde la representación para las mujeres.

También trabajar fuertemente no solo educar en las TICS (la oferta educativa superior en Argentina es variada), sino en alentar el espíritu emprendedor femenino para dar oportunidades a otras miradas, otros servicios y productos diseñados con perspectiva de género, generando un nuevo nicho de producción.

Y por último, solamente por dejar algunos aspectos para reflexionar la aceleración de procesos educativos del tipo STEAM esta sigla en inglés refiere a Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática. Representa una nueva forma de educación que, aun, no ha llegado de manera formal a las escuelas y que en Argentina tiene a través del Proyecto Saga una prueba Piloto: “El Proyecto SAGA (STEM -Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática por sus siglas en inglés- and Gender Advancement) es un proyecto global de la UNESCO tiene como objetivo principal reducir la brecha de género en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (CTIM) de todos los países, en todos los niveles de educación e investigación.” (web oficial del Ministerio de Educación de la Nación).

De todo lo malo que nos trajo la pandemia y aún en todos los aspectos que nos afecta y que nos perjudica, saber que se puede aportar un pequeño granito al debate de inclusión siempre reconforta porque como expresó el Papa Francisco en su encíclica FRATELLI (4/10/20) (inspirada en San Francisco de Asís) “En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo.”

(*)- Diplomado en Gestión Pública