Policiales

El crecimiento del empleo estatal mientras los privados se comprimen

En Argentina estamos todo el tiempo alcanzando algún nuevo récord, y no uno de los buenos. Acá hay una nueva cifra pasmosa: de los 44,5 millones de argentinos, casi la mitad (21,3 millones) recibe algún ingreso del estado, lo que incluye planes, jubilaciones y empleo público.

Esto representa un 89% de los hogares en nuestro país. Sumado a este porcentaje, ya de por sí alto, hay empresas que, a raíz de la pandemia, empezaron a recibir la ATP o sea Asistencia para Trabajo y Producción, que pese a su nombre es más que nada un salvavidas.

Hoy en día, con los frenos a la compra de dólares, producir es cada vez más difícil. Sabemos que un país donde la dependencia del estado es tal sencillamente no es viable en el largo plazo. Y si nos quedamos solo con los empleados públicos, estos representan un 17% de los empleados totales. Argentina «aventaja» a toda la región, con la única excepción de Venezuela.

El crecimiento ha sido desmedido en los últimos años, especialmente en las provincias, donde 1,5 millones de personas son empleados estatales. A la cabeza está Santa Cruz, con un 41% de estatales, y la siguen La Rioja (37%), Catamarca (34%) y Neuquén (31%).

El empleo público no solo aumenta sino que representa una cantidad de privilegios nada despreciables para quienes lo ostentan. No solo tienen sueldos que no se han tocado, sino que incluso han aumentado durante la pandemia.

Están cómodos en su casa, trabajando a distancia o no trabajando, mientras la burocracia se empantana más que nunca. En los últimos meses hubo un aluvión de consultas para hacer los trámites para obtener ciudadanías extranjeras e irse del país, pero no hay quien se esté ocupando de ello.

Y ahora, además, están habilitados para comprar dólar ahorro. En contraste con aquellos que recibieron salarios con ATP (lo que no fue en ningún caso una elección), que no podrán comprar dólares. Con empleos que suelen ser para largo, a veces para toda la vida, está claro que hacer carrera en el estado es redituable.

Para un joven de 20 años, incluso con estudios, puede ser la perspectiva más seductora, si es que piensa quedarse en el país. Vamos a algunos ejemplos de personal que trabaja en el estado y no puede resolver ni documentos ni citas, tampoco realizar su trabajo como corresponde… seguramente en muchos casos no depende de ellos si no de la inconsistencia de plataformas obsoletas e incapacidad de jefes que le da igual, total cobran y el ciudadano espera … (Modelo Gasalla empleada pública).

Es muy difícil, para aquellas personas que están en edad jubilatoria, sacar un turno en plataforma para presentar los papeles. En algunos lugares del interior se vende el mismo turno en los cyber a dos o tres personas distintas, la gente desesperada porque quiere presentar los papeles para hacer su trámite u para obtener un dni o pasaporte. Solo 17 oficinas del RENAPER habilitadas para tomar turnos en CABA. Hay 4 oficinas propias donde se puede realizar el trámite de pasaporte y DNI en provincia de Buenos Aires y, en la última semana, funcionaron 160 oficinas propias más las del Registro Civil de la PBA tanto para tramitar pasaportes como DNI.

Y sigamos con el ejemplo de los dólares que ante el apuro de poner controles, no se han realizado desde el estado reglamentaciones y listados para habilitar la compra de dólares on line, por ello, los bancos deben salir a poner turnos online para normalizar la compra de los u$s200 destinado para ahorro. Recordemos que el mercado dejó de ser libre, es muy regulado por el Banco Central que indica quién y cómo pueden comprar y cómo vender dólares.

¿Pero qué decir de los jóvenes cuando incluso el gran adalid disruptivo y anti estado, Javier Milei, decidió hacer carrera en política? Seguramente Milei sería el primero en decir que viene a cambiar las cosas, y no tenemos razón para no creerle.

El problema es que, para cualquier político, es más fácil eternizarse en la función pública que dedicarse a cambiar las cosas. Hoy circuló por el mundo la chicana de Trump a Joe Biden en un bochornoso debate presidencial: “Hice más cosas en 47 meses (en la política) de las que hiciste vos en 47 años”.

La pandemia es un momento en el que la necesidad del estado se intensificó, y esto es lógico. Pero deberían intensificarse más las funciones sociales del estado que la cantidad de gente que depende de él.

Es momento para hacer un replanteo de todo el sistema de empleo estatal para hacerlo eficiente y proactivo ¿Es el momento? Por supuesto que sí. En lugar de discutir una reforma judicial absurda, podríamos estar discutiendo cómo optimizar la calidad del estado, en función de los años de crisis que se avecinan.

El estado crece y los privados se achican. ¿Se puede sobrevivir así ? hay mucha gente que se cansa de ver como los políticos y los empleados públicos salen airosos de esta crisis mientras ellos deben padecen cada día un poco todas estas incomodidades.

Nota publicada también en: Perfil.com

(*) Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL. Columnista de Diario San Francisco, Perfil.com y FM Milenieum, entre otros medios del país y del mundo.

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Eduardo Reina

Consultor especializado en Comunicación Institucional y Politica, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político. Universidad del Salvador, USAL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Actual Presidente Tres Cuartos Comunicación y es Docente Universitario. Anteriormente fue Vicepresidente de Estudio de Comunicacion, multinacional española que figura entre las 10 empresas del ranking de Merger Market de empresas Europeas. www.eduardoreina.com