Skokka demuestra que seguridad y calidad no son opcionales
Cada evaluación abierta se convierte en una oportunidad de ajustar estrategias, fortalecer la confianza y demostrar que la responsabilidad corporativa puede ser más que retórica.
Cuando se habla de responsabilidad digital, el debate suele centrarse en regulaciones y herramientas tecnológicas. Pero existe otra variable igual de determinante: cómo las empresas escuchan, entienden y responden a quienes usan sus servicios. En el caso de Skokka, esta dimensión cobró protagonismo durante 2025 a partir de logros concretos alcanzados en Brasil y del compromiso establecido con organizaciones que trabajan directamente con poblaciones vulnerables.
La operación brasileña de la plataforma cerró el año con una nota promedio de 9,2 en Reclame Aqui, el principal sitio de reputación corporativa del país. Además, respondió el 100% de los reclamos recibidos y resolvió más del 90% de los casos registrados. Estos números le valieron el Sello RA 1000 – distintivo reservado a empresas con trayectoria consistente en calidad de atención – y una nominación al Premio Reclame Aqui 2025 en la categoría Contenido Adulto. Para un sector que históricamente operó en las sombras, exponerse al escrutinio público representa un giro estratégico significativo.

Atención al usuario como pilar estratégico
Detrás de esas cifras hay un equipo de Customer Care que atravesó un proceso de profesionalización integral. En lugar de tercerizar el contacto con usuarios o considerarlo un mal necesario, Skokka invirtió en capacitación específica para abordar temas sensibles, estableció protocolos de respuesta estandarizados y convirtió cada ticket en fuente de aprendizaje organizacional. Cada consulta se analiza no solo para resolver el problema inmediato, sino para identificar dónde los procesos internos requieren ajustes.
Este modelo, desarrollado inicialmente en Brasil, se ha extendido a otras operaciones de la plataforma en América Latina. En Argentina, los equipos de soporte aplican los mismos estándares: respuestas ágiles, trato respetuoso y capacidad de gestionar desde consultas técnicas básicas – problemas de acceso, renovación de publicaciones, dudas sobre funcionalidades – hasta situaciones más complejas que involucran seguridad, intentos de fraude o experiencias de incomodidad.
La particularidad del mercado adulto exige un enfoque diferenciado. Del otro lado de la pantalla hay personas navegando temas que todavía cargan estigma social, y la calidad de la respuesta puede marcar la diferencia entre una experiencia segura o una situación de mayor vulnerabilidad. En ciudades como Buenos Aires, Córdoba o Rosario, donde el uso de plataformas digitales para servicios de encuentros ha crecido exponencialmente, contar con canales formales de atención representa un avance en la profesionalización del sector.
Seguridad digital como prioridad permanente
La responsabilidad que guía las alianzas sociales y la atención al usuario también se refleja en las inversiones tecnológicas. La incorporación de Thorn Safer – sistema diseñado para prevenir la explotación de menores en plataformas digitales –, sumada a protocolos estrictos de verificación de edad, moderación de contenido y validación de documentos, demuestra que la protección de poblaciones vulnerables es una prioridad transversal en todas las operaciones de Skokka.
Para usuarios en Argentina, esto significa que la seguridad no depende del azar. Existe un entramado de reglas, herramientas y equipos capacitados que actúan cuando algo escapa a los parámetros establecidos. La experiencia no se limita a «evitar problemas», sino a operar en un entorno donde existen garantías, canales de reclamo y estándares públicamente asumidos.
Al observar el conjunto – los resultados en Reclame Aqui, las inversiones en seguridad digital –, emerge un posicionamiento claro: Skokka busca ser una plataforma que opera con estándares visibles, responde críticas en espacios abiertos, sostiene redes de protección y ajusta su funcionamiento a partir de la escucha activa.
Este recorrido no resuelve todas las tensiones ni clausura el debate sobre los impactos sociales del mercado adulto. Pero marca un camino en el que empresas del sector dejan de operar exclusivamente en los márgenes y comienzan a dialogar con mecanismos de control formal, organizaciones de la sociedad civil y sus propias comunidades de usuarios – desde San Pablo hasta Buenos Aires, desde Río de Janeiro hasta Mendoza.
Cuando atención humana, infraestructura tecnológica e impacto social convergen, la responsabilidad corporativa deja de ser apenas una declaración institucional. Se materializa en decisiones operativas cotidianas: desde el primer contacto en la plataforma hasta el último mensaje enviado por el equipo de soporte, sin importar desde qué país se acceda al servicio.
