Borges y su amistad con Bergoglio: “Jorge es una persona inteligente, sensata y tiene tantas dudas como yo”
Uno de los aspectos menos conocidos de la vida del Papa Francisco, fallecido recientemente a los 88 años, es que en su juventud conoció a Jorge Luis Borges, el escritor más importante de la literatura argentina, mucho tiempo antes de que Jorge Bergoglio se convirtiera en uno de los personajes más trascendentes de nuestra historia.
Borges murió en 1986 si haber recibido el Premio Nobel, al que tantas veces se mencionó como candidato. Bergoglio en 2025 murió ya como el Papa Francisco, un cargo al que seguramente nunca aspiró.
En la autobiografía que se publicó en enero de este año, «Esperanza», que se basa en más de seis años de conversaciones del papa Francisco con el periodista italiano Carlo Musso, cuenta la historia de cuanto conoció a Borges.
En una charla con un escritor, Borges cuenta que era amigo de Bergoglio. «Jorge, un jesuita que es químico y ahora enseña literatura en la Universidad del Salvador. María Esther Vázquez me lo presentó hace bastante tiempo; de manera que nos une una gran amistad”, decía el escritor.
La relación se inició cuando Bergoglio tenía 27 años y era profesor de Literatura y Psicología en el colegio de la Inmaculada Concepción de la provincia de Santa Fe, donde dictaba un curso de escritura creativa.
La secretaria de Borges, Vázquez, había sido profesora de piano de Bergoglio, así que este último decidió mandarle a través de ella dos cuentos escritos por sus alumnos. A Borges no solo le gustaron los escritos, sino que sugirió que los publicaran en forma de libro y se ofreció a escribir el prólogo: «Este prólogo no solamente lo es de este libro, sino de cada una de las aún indefinidas series posibles de obras que los jóvenes aquí congregados pueden, en el porvenir, redactar», según Bergoglio.
Después lo invitó a dar unas clases sobre «literatura gauchesca». Bergoglio, aún no ordenado sacerdote, le propuso dictar un seminario sobre “El Martín Fierro y la literatura gauchesca” en el colegio Inmaculada Concepción, donde se desempeñaba como profesor de literatura.

«Y él aceptó; podía hablar de cualquier cosa, y nunca se daba aires. Con 66 años se subió a un autobús e hizo un viaje de ocho horas, de Buenos Aires a Santa Fe», cuenta el Papa, que se identificaba como un amante de la lectura y un apasionado de la enseñanza.
«En una de aquellas ocasiones llegamos tarde porque, cuando fui a buscarlo al hotel, me pidió que lo ayudara a afeitarse», detallaba en la entrevista. «Era un agnóstico que cada noche rezaba un padrenuestro porque se lo había prometido a su madre, y antes de morir recibió los sacramentos», comentaba Francisco del escritor fallecido en 1986.
En la entrevista Borges, recuerda que Bergoglio “enseñaba literatura y había incluido mis textos en sus clases, lo cual me parece un poco exagerado. Yo traté de disuadirlo y le repetía que lo mío no tiene ningún valor, que son una sarta de borradores, pero no me hizo caso… Dejando de lado este detalle, el padre Bergoglio es una persona inteligente y sensata; con él se puede hablar de cualquier tema: de filosofía, de teología, de política”
«Pero hay algo que me alarma un poco; he observado que tiene tantas dudas como yo. Lo cual no sé si está bien en un religioso. Mi madre se hubiera horrorizado de una cosa así. Pero quizá no es tan raro si tenemos en cuenta que se trata de un jesuita. Claro, esa gente es históricamente transgresora y hasta tiene sentido del humor, además de manejar conceptos que en algunos casos difieren de las otras congregaciones de la Iglesia”, concluía el escritor.