Policiales

Un arsenal de armas en manos de traficantes

A fuerza de dramas y de escándalos, Argentina, y Córdoba en particular, aprendieron a oler a pólvora en los últimos años. Esto volvió a quedar patentizado ayer con mucha pólvora y arma descubierta. La historia tiene, por ahora, dos patas.

Por un lado, el Gobierno nacional informó que se desbarató una presunta banda de criminales que, desde Buenos Aires, y en el marco de una compleja operatoria que incluía nexos con Estados Unidos y con Europa, traficaba armas hacia organizaciones narco de Brasil. El armamento era presuntamente ensamblado en Buenos Aires y, previo paso por Paraguay, llegaba hasta las favelas brasileñas.

En ese marco de la historia, se detuvo al menos a 17 personas, entre las que sobresale un exmilitar. Los operativos, que incluyeron allanamientos en distintos puntos del país, terminaron con el secuestro de casi un millar de armas cortas y largas entre las que sobresalen fusiles, además de miles de municiones, informó el Ministerio de Seguridad de la Nación.

Ahora, esta nueva historia de pólvora tiene otra pata: el operativo que Gendarmería, a instancias de un juez, realizó ayer en predios de la Fuerza Aérea, en la ciudad de Córdoba. El objetivo: un polvorín camino a Villa Carlos Paz.

En ese polvorín, hasta el que ayer llegaron los ministros Patricia Bullrich (Seguridad) y Oscar Aguad (Defensa), los gendarmes incautaron, entre viejas carcazas de enormes bombas sin carga, una importante y variada cantidad de proyectiles de toda clase y tamaño. Algunos funcionaban. Pero otros, muchos otros, no. De todos modos, todo será objeto de peritajes.

A todo esto, el polvorín allanado es parte de un arduo litigio judicial que lleva casi una década: la Fuerza Aérea, tras la firma de un contrato, había otorgado ese amplio predio (y todos los explosivos) en comodato a una empresa llamada Tala S.A., propiedad de un hombre de apellido Bolatti, para la fabricación y el arreglo de armamento.

Por causas que no están claras, la firma supuestamente dejó de existir y quedaron numerosos empleados en la calle, aunque luego se los volvió a tomar cuando cambió de razón social. En ese marco, la empresa habría comenzado a fabricar tubos y garrafas. El punto es que la Fuerza Aérea, si bien es dueña de todo el amplio predio militar, nunca pudo ingresar otra vez a su polvorín, según confiaron fuentes oficiales.

Los años pasaron y el polvorín quedó en un extraño limbo.

Si bien forma parte de los bienes en el inventario, la Fuerza Aérea presuntamente no sabía o no tenía control sobre lo que allí sucedía. Mucho menos pudieron volver a hacerse de ese edificio que funciona al lado de un geriátrico militar y del Círculo de Oficiales, y frente a un country.

Hubo una denuncia judicial y la causa se durmió durante años.

“¿Meterse por la fuerza en ese predio para recuperar el polvorín? ¿Cortar candados y meterse? ¡No! Es una locura. La Fuerza Aérea nunca iba a hacerlo. Hizo las cosas por derecho y fue a la Justicia. Pero el caso nunca se resolvió”, contó a La Voz una alta fuente con acceso al caso. “Aparte de que hay un contrato de comodato, ¿y si algo explotaba? ¿Quién se hacía cargo?”, explicó otro informante.

Lo concreto es que los años pasaron y el misterioso polvorín siguió estando allí, aunque, claro, con un empleado civil armado que lo cuidaba. ¿Qué pasaba en ese polvorín? Nadie puede asegurarlo.

Por Facebook

En el marco de la investigación de la banda de traficantes (la primera pata de esta historia), la pesquisa dio con unos particulares sospechosos. Se trata precisamente de quien era el dueño de Tala y de su hijo, quienes habrían quedado sospechados de integrar el grupo delictivo. Bolatti padre es, según fuentes del caso, un exmilitar retirado del Ejército.

Entre las pruebas que tiene un juez bonaerense, además de cruces telefónicos, se halló que la banda ofrecía material antiaéreo y hasta había fotos de proyectiles. Al parecer, esas imágenes habrían sido tomadas en el polvorín cordobés.

Los presuntos responsables de lo que alguna vez fue Tala S.A. fueron detenidos en Buenos Aires. No está claro si son los presuntos cabecillas de la organización.

Gendarmes cordobeses fueron comisionados a investigar el polvorín blanco del litigio judicial.

Hubo chequeos, filmaciones y otras medidas de prueba. “No se descubrió ninguna salida de armamento de ese predio… Eso no quita que haya ocurrido, pero no se vio nada. Tampoco se vieron garrafas”, aseveró un informante.

De todos modos, un juez ordenó allanar el predio militar cordobés.

Los gendarmes fueron ayer y se encontraron con un muchacho que hacía las veces de custodio. Él fue quien abrió el portón. Le hallaron una ametralladora. Es el único cordobés detenido.

Antes de entrar, responsables de Gendarmería avisaron a las autoridades de Fuerza Aérea sobre el operativo. El comodoro Walter Brun estaba al tanto. Desde Buenos Aires, su jefe, Oscar Aguad, le había avisado. El ministro cordobés ya conocía todo de boca de Bullrich.

No está confirmado si el material incautado (recuperado, en realidad) en el polvorín iba a ser vendido por la banda o qué iba a ocurrir. “Ellos, al parecer, ofrecían balas antiaéreas en Facebook. Pero no hay mucho más”, remarcó una fuente.

Fuentes oficiales insistieron ayer en que gran parte de lo incautado no servía y estaba en desuso.

Paralelamente, en la Fuerza Aérea y en la Nación sonreían: es que, después de largos años y una causa que no avanzaba, se recuperó el viejo polvorín del litigio judicial.

Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior