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Makers, Diseño y COVID-19: El mundo funciona exactamente como fue diseñado

“Lo mejor de una crisis es que saca lo mejor que la gente lleva dentro” (o al menos eso quiero creer yo).

En este momento, mientras redacto estas ideas hay mucha gente talentosa, con años de experiencia en diseño, electrónica, programación, fabricación aditiva que está dispuesta a colaborar, y ya interactuando entre sí, buscando soluciones a diversos problemas que trajo esta crisis humanitaria y de salud.

Estas iniciativas y otras, son todos impulsos que surgen de la mano de buscar aplicar este grandioso concepto de “aplanar la curva” de contagios e infectados para evitar la saturación de los sistemas de salud para que los recursos disponibles puedan ser bien direccionados.

Mucho se ha dicho por ahí que la pandemia de Covid_19, es la primer gran crisis que nos encuentra debidamente conectados. Por tanto se puede deducir también que con suficiente infraestructura de fabricación digital instalada, múltiples redes sociales/canales digitales de comunicación y comunidades montadas como para hacer del romántico concepto del diseño colaborativo y la producción entre pares enfocada en el bien común sea posible y viable.

Se habla mal de lo digital, pero en estos días nos permite salvar vidas y ser una comunidad unida. Nos ayuda muchísimo. «La revolución que elegimos tiene algo de genial, de hacer la vida mejor”
Pasaje de la charla de los Master Jedi Alessandro Baricco con Jorge Carrión en pleno confinamiento por el brote de Covid19.

¿Acaso es posible aplicar el diseño colaborativo y la producción entre pares en la solución de problemas como por ejemplo la falta de respiradores mecánicos en la UCI de los países afectados por Covid_19?


Panorama de la fabricación distribuida en ‘Addressing Sustainability in Research on Distributed Production: An Integrated Literature Review’. (2015). Photo by Cindy Kohtala

En este texto, motivado inicialmente por un clipping de nuevos proyectos que fui haciendo en twitter a medida que este fenómeno evoluciona, intentaré despejar esta incógnita y describir qué implicancias podría tener en el futuro.

Las iniciativas compiladas y exploradas las pueden encontrar en este hilo de twitter, el mismo se centra mayormente enfocado a respiradores artificiales mecánicos (o #cheapventilators) y no busca alcanzar el detalle exhaustivo y pormenorizado (este trabajo lo esta haciendo el profe Joshua Pearce de la Universidad de Michigan aquí), sino mas bien dar un espacio de visibilidad y difusión a estas grandes iniciativas.

Entre ellas se destacan ampliamente por su nivel de desarrollo y seriedad (ya que buscan denodadamente hacer frente a muchos de los desafíos planteados párrafos más abajo):

* CoronaVirusMakers.org en donde participan activamente David Cuartielles @dcuartielles) y César García (@elsatch ) de @lahoraMaker entre otros integrantes.

* El Proyecto A.I.R.E. (incluido también en la plataforma anterior), donde se involucraron incluso instituciones reconocidas como TECNALIA como coordinador o la misma Fundación COTEC para la innovación como promotor.

* O el propio llamado que ha hecho el secretario de salud britanico Matt Hanckok, pidiendo a empresas manufactureras que se involucren en disminuir el déficit de 20.000 respiradores y que fue levantado por The Guardian cuando industrias de renombre mundial levantaron el guante y se pusieron a disposición.

Los ejemplos fuera de serie son muchos y no solo se reducen a respiradores mecánicos convencionales ya que también la carencia esta en otros equipos como: Negative Pressure Rooms (Airborne Infection Isolation Rooms — AIIR), Oxygen Concentrators, Pulse Oximeters, Flow-Splitter for Oxygen Supplies, Flowmeters, Nasal Prongs / Nasal Cannulae, Flexible Nasal Catheters, Oxygen Masks, Non-Contact Thermometers, N95 Respirators y un largo etcétera más.

Con esto, es preciso decir que en su mayoría estos desarrollos están enmarcados en (y desde) el seno mismo la cultura maker. Un concepto que ya tiene algunos años y que nuclea activistas auto-organizados en plataformas digitales, grupos abiertos en redes sociales, Maker Spaces, Hacklab o Fab-labs incluso.

Comunidades motivadas fuertemente desde la resolución de problemas, la experimentación informal con artefactos y el acceso irrestricto a la tecnología (software y hardware opensource y herramientas descentralizadas de gestión del conocimiento mayormente). En palabras de Mariano Fressoli y Adrian Smith:

«(..) el denominador común de esta cultura se encuentra en que cuanto mayor sea la cantidad de ojos sobre los problemas, la solución a estos se convertiría en obvia»
(apelando siempre a la inteligencia colectiva: otra de las características centrales de este tiempo).


Photo by Robin Glauser on Unsplash

Así, la fabricación digital se presenta como la aliada principal de estas ideas, ya que permite acortar el ciclo de desarrollo de productos desde la idea hasta el prototipo y testear rápidamente ideas de forma barata y enfocada en la solución.

Al mismo tiempo que estas tecnologías de fabricación digital son cada vez más usadas y puestas a prueba para buscar soluciones realmente viables para algunos de las realidades sanitarias más desafiantes; surgen otras dificultades que vienen de la mano de entender y aprender rápidamente cómo funcionan algunas de las máquinas y dispositivos médicos más complejos y críticos.

En consecuencia, para poder lograr el cometido de nuestra argumentación (recordemos: El diseño colaborativo y la producción entre pares en contexto de una pandemia o crisis humanitaria), será necesario entender que deben ser múltiples las dimensiones a comprender y considerar para definir correctamente la naturaleza de los problemas, de los retos y las oportunidades en sí. En todos estos casos, los retos son realmente complejos y se enmarcan en sistemas aún más complejos (gigantes).


De lo simple a lo complejo de los problemas. Fuente: RETHINKING DESIGN THINKING:MAKING SENSE OF THE FUTURE THAT HAS ALREADY ARRIVED! de www.humantific.com

Además, es preciso señalar que estas iniciativas que constantemente circulan y deben conducirse entre dos paralelos infinitos y muy estrechos: el principio rector de la eficiencia y seguridad necesaria propio de la tecnología y dispositivos médicos ; y la de adaptabilidad y agilidad necesaria propias del vértigo que impone este momento particular de la historia (Sin considerar que esto puede acelerarse aún más).

Por esto mismo, es valioso remarcar que todos estos proyectos participativos poseen en común una serie de desafíos significativos entre los cuales se encuentran:

* La responsabilidad. Después de todo, son y siguen siendo vidas humanas en riesgo. Es imprescindible enmarcar retos sin suposiciones. Aquí y sobre todo ahora, las posibles diferencias en el diseño separan el futuro de las personas en dos planos: vida o muerte. Son también estos grupos los que deben exponer y divulgar los límites propios de las soluciones propuestas ¿A caso hay una solución que sea aplicable a todas las clases de problemas? La experiencia nos dice no.

* ¿Y la perspectiva del paciente?
En muchos casos por ahora esta perspectiva esta ausente a pesar que en el análisis de los factores humanos deberían ser incluirlos. ¿Si los pacientes o los afectados, fuéramos nosotros, qué pasaría? Es importante incluir esta noción y considerarla además de las perspectivas técnica de requerimientos técnico funcionales de la práctica médica.

* El conocimiento. La mayoría de los participantes de estos proyectos pueden ser solo entusiastas de la tecnología que solo buscan ayudar. Por tanto, debemos asumir que no todos conocen que la producción de este tipo de dispositivos podría implicar el uso de recintos asépticos con condiciones de ambiente controlado; o que determinados tipos de polímeros pueden ser nocivos para salud según la tecnología que se emplee, o incluso que los circuitos neumáticos y componentes de los respiradores mecánicos requieren cierto nivel filtrado en función del tamaño de los virus para evitar mayor propagación, etcétera.

* El impacto movilizador, potenciado por el encierro y aislamiento de confinamiento en el que muchos nos encontramos, en suma a la necesidad de esperanza que existe en la población hace que fácilmente estas iniciativas pueden ser tomadas por la prensa o medios de comunicación (generalmente disminuyendo las implicancias del caso) y caer en lo que en Argentina llamamos la venta de humo. La infodemia puede también verse amplificada por estas ideas mal comunicadas y tratadas.

* El contexto. ¿Se entienden cabalmente los contextos en donde se buscan brindar ciertas soluciones y las diferencias de estos contextos? El foco principal del pensamiento de diseño está puesto en comprender y dar respuesta a las necesidades de los usuarios quienes no son sujetos aislados, sino que operan en un contexto e interactúan con él. En consecuencia son estos usuarios los que no son iguales en todo el mundo: una solución apropiada para ser aprovechada en países europeos o asiáticos (que ya conviven con las consecuencia de la pandemia hace semanas), como por ejemplo una mascarilla protectora (con un valor estimado de €50), puede ser inviable económicamente, quedándose corta en brindar una apropiada solución en latinoamérica (donde se espera con miedo la llegada del invierno).

* El tamaño. A medida que los días pasan y el agua bajo el puente corre, el surgimiento y crecimiento de estas comunidades, utilizando una gran cantidad de foros y combinaciones de aplicaciones y plataformas, ha explotado casi a los ritmos del contagio (demostrando tambien un aumento de compromiso y la conciencia sobre tema). Esto expone a las claras el desafío de la utilidad, la redundancia, pertinencia y vigencia de la información e ideas. Frente a tal situación de redundancia ¿Quién gestiona el solapamiento? La redundancia de ideas e iniciativas puede incluso ser un arma de doble filo que incentive la deserción, disminuyendo la tasa de éxito de las iniciativas.

* Holocracia y Apertura. ¿Son lo suficientemente abiertas estas redes holocráticas descentralizadas para que participen realmente los actores que pueden aportar a solucionar los problemas reales con estos dispositivos (Ingenieros biomédicos, médicos, fisiólogos, enfermeros y personal de emergencia con experiencia en el uso de estos equipos para validar)?. Si bien a priori la parte mecánica puede ser considerada como bastante simple para estas comunidades (válvulas que necesitan manejar determinadas presiones), la parte de interacción, programación e interfase del dispositivo es la más compleja: diferente modos de asistencia a la respiración que se usan en diferentes momentos/tratamientos/pacientes. Estos proyectos, si o si necesitan de personal médico muy experimentado (hoy altamente requerido y saturado) y lo suficientemente abierto desde el comienzo para validar (o no) cada iteracción.

* Las fuentes, el crédito y el reconocimiento. ¿Como la propia comunidad evita, en su énfasis por lo interdisciplinar y transdisciplinar de los proyectos, el no reconocimiento de las fuentes originales?.

* El estado. Por último y no menos importante ¿Qué rol cumplen los estados en todo esto? ¿Qué rol deben cumplir? Si bien la lógica maker, (cuasi punk) le escapa a la regulación e incremento de los mecanismos de control (porqué no, de exclusión también); este puede ser el momento en donde estos dos mundos tan distantes pueden encontrarse. Después de todo, lo que buscamos desde el comienzo son soluciones para el sistema de salud o para evitar que el mismo colapse. ¿El estado está preparado para permitirlo y aprovecharlo? ¿Los organismos de control y regulación, no son la gran muralla china que dejará trunco todas estas grandiosas iniciativas? ¿Es posible desde aquí en más repensar el rol del estado y el concepto de la democracia?

Quizás para entender mejor este punto, las preguntas deberían plantearse en el marco que Mariana Mazzucato plantea en esta notaa.

Si bien creo que estos desafíos no son menores, y que pueden representar el abatimiento de muchos casos, el impulso que están tomando algunas de estas iniciativas analizadas es muy importante y hasta prometedor. Sin dudas es un momento que se presenta como una oportunidad genial para que las comunidades maker, los grupos de participación, la propia fabricación digital como fenómeno, las prácticas de descentralización y acceso al conocimiento como elemento habilitante de ciertos cambios socio-técnicos demuestren que hay otras formas posibles de hacer las cosas.


Fuente: Massimo Menichinelli en “A Framework for Understanding the Possible Intersections of Design with Open, P2P, Diffuse, Distributed and Decentralized Systems” (2015)

Desde que existe este movimiento, todos los que lo seguimos de cerca, estamos esperando el momento en el cual realmente sea posible resolver grandes cosas desde esta perspectiva.

El diseño como disciplina familiar a ello (con cualquiera de sus apellidos), es clave y posee un rol que no debe eludir ya que según lo expuesto es la mirada sistémica y holística de los problemas, el liderazgo basado en metodologías probadas y la real organización en pos de un propósito mayor los que posiblemente pueden ayudar a aventajar a estos proyectos frente a los desafíos existentes.

Es en estos casos donde además del tratamiento sobre del plano artefactual, el diseño puede aportar a encontrar soluciones de mayor grado de complejidad, a un nivel más estratégico.


Alcances e implicancia del diseño en el diseño del futuro. Fuente: Jorge Camacho en base a gráfico de Jim Dator

Por tanto, así como como dice Mike Monteiro en la presentación de su libro Ruined by Design:

“El mundo funciona exactamente como está diseñado. Y digamos (a las luces de los actuales hechos) que no está funcionando muy bien (…) debemos hacer un mejor trabajo al diseñarlo. El diseño es una disciplina con una increíble cantidad de poder (de elegir, de influir).

(…) necesitamos vernos como celadores de lo que estamos trayendo al mundo y de lo que elegimos no traer al mundo. Requiere mucha responsabilidad. La responsabilidad de ayudar a crear un mundo mejor para todos”

Y como menciona Carlota Perez en su último artículo: “Posibles consecuencias positivas del colapso económico en la pandemia”; este también “es un caso típico donde crisis puede ser lo mismo que oportunidad”.

A lo largo que fui escribiendo esto y discutiendo estas ideas con colegas (gracias siempre por su generosidad y sinceridad), llegaron a mi otros recursos que también comparto para ampliar la mirada al respecto:

* Peter Jones. Design for Care: Innovating Healthcare Experience https://rosenfeldmedia.com/books/design-for-care/
* Helen Chapple. 2009. No Place For Dying: Hospitals and the Ideology of Rescue
* Ostrom, Elinor. 1990. Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action. New York: Cambridge University Press
* Center for Health Experience Design : ttps://community.centerhxd.com/network-groups
* Challenges from OpenIDEO: https://www.openideo.com/challenge-briefs/covid19-communication-challenge?utm_campaign=Drupal%20Mad*Pow&utm_medium=email&_hsmi=84935215&_hsenc=p2ANqtz-9v5cv4iGDJLjnOlkiqfcz3XWOr3kCI7VRYcOnn1YuonY1EX2I2XeYYI2BErlrRNrzRE-dK&utm_content=84935215&utm_source=hs_email
* Evidence based design for healthcare del Center for Health Design : https://www.healthdesign.org/certification-outreach/edac/about


Fuente: Nota original Agustín Losso

Foto principal: Immersive #medicaldesignlabs at Boston Children’s Hospital. Fuente: Medical Design Deep Dive 2019 de la Industrial Designers Society of America (IDSA)