Policiales

Habemus peronismo

Hace solo cinco años, la noticia de que el nuevo Papa de la Iglesia Católica era argentino generó una euforia sin precedentes en nuestro país. Hubo festejos, misas, programas especiales, e incluso una felicitación de quien hasta entonces había sido una enconada rival de Bergoglio: la presidenta Cristina Kirchner.

Católicos y no católicos vieron en esta elección una señal divina; algo que decía que, ahora sí, la Argentina iba a despegar. Fue mucho, evidentemente, lo que cambió en estos cinco años.

Aunque, por obvias razones, no tuvo el mismo efecto en el resto del mundo, el ascenso de Bergoglio al trono de San Pedro también generó grandes expectativas en otros países. Se lo veía como un líder innovador, moderado, capaz de inyectar un poco de aire fresco a una institución en crisis.

También estas esperanzas terminaron por desinflarse. Los sectores progresistas de la Iglesia lo ven como demasiado conservador, y los conservadores lo ven como demasiado progresista. Es todo un síntoma de sus convicciones peronistas.

Su dilema es el mismo de la Iglesia Católica, que, desde hace ya unos años no encuentra la manera de aggionarse y volver a acercarse a la gente sin perder sus convicciones doctrinarias.

A eso se suman hechos escandalosos, como la corrupción, y el abuso infantil, a los que Francisco no ha sabido dar una respuesta contundente. Pero en Argentina su imagen no responde tanto a cuestiones religiosas, sino (¿cuándo no?) a su papel en la política nacional.

Sobre los hechos recientes, ¿no podríamos leer el acercamiento a los Moyano como un intento de volver a las bases, de tender puentes al pueblo trabajador, y olvidado por la Iglesia? Es un terreno que el catolicismo ha ido perdiendo, en Argentina, y en Latinoamérica en general.

Son cada vez más los nacidos como católicos que se convierten a otras denominaciones cristianas, más dinámicas, como el mormonismo (con cerca de 400 mil fieles), los Testigos de Jehová (con 500 mil) y, sobre todo, las iglesias evangélicas (con 3 millones y medio).

El boom de estas iglesias, que provienen en su mayoría de EEUU y que llegaron a nuestro país mediante misioneros, no es algo casual ni milagroso.

Es el efecto de años de trabajo de base en los barrios más carenciados, estableciendo redes de solidaridad y ayuda en comunidades que quedaron postergadas por la disgregación social y política, y a las que la Iglesia Católica no supo darles una respuesta.

En toda Latinoamérica, esta base social se ha empezado a traducir también en poder electoral. En algunos casos, los políticos buscan el apoyo de la iglesias evangélicas, como fue el caso de López Obrador, en México.

Pero también hay políticos que provienen de estas iglesias: es el caso de Jimmy Morales, actual presidente de Guatemala, y de Jair Bolsonaro, próximo presidente de Brasil.

El diputado Olmedo, a quien han llegado a apodar el “Bolsonaro argentino”, pertenece también a esta congregación. Y, por supuesto, la familia Moyano es evangelista. Quizás, en el fondo, el peronismo siempre fue más evangelista que católico.

Volviendo a la pregunta inicial, una parte de la agenda del Papa Francisco era frenar el avance de estas iglesias alternativas que hoy suman un 20% de los fieles en Latinoamérica. Su dilema es que cada uno de sus gestos se lee en clave política.

Acercarse a las clases populares mediante sus referentes (Moyano, Grabois, Milagro Sala…) no es bien recibido por los sectores conservadores, que aún no le perdonan el haberle dado la espalda a Macri. Sus convicciones políticas lo empujan, más bien, a auspiciar un retorno del peronismo.

En Argentina, no corre aquello de “al César lo que es del César…”. Porque, en Argentina, todo es política. Pero eso no quita que el Papa pueda actuar políticamente a favor de los intereses de la Iglesia.

Quizás, aun dispuesto a perder el apoyo de los sectores católicos antiperonistas, este gesto sea una muestra de voluntad por volver a poner a la Iglesia en un lugar protagónico, cerca de la gente común, de los más pobres y necesitados.

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Eduardo Reina

Consultor especializado en Comunicación Institucional y Politica, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político. Universidad del Salvador, USAL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Actual Presidente Tres Cuartos Comunicación y es Docente Universitario. Anteriormente fue Vicepresidente de Estudio de Comunicacion, multinacional española que figura entre las 10 empresas del ranking de Merger Market de empresas Europeas. www.eduardoreina.com