Cecilia Griffa: «A este mundo capitalista y patriarcal le conviene nuestro silencio»

Ni Una Menos es un grito colectivo que surgió de la necesidad de decir “basta de femicidios”. En Argentina cada 30 horas una mujer es asesinada.

La convocatoria nació de un grupo de periodistas, activistas, artistas, pero creció cuando la sociedad la hizo suya y la convirtió en una campaña masiva. A Ni Una Menos se sumaron de a miles de personas, cientos de organizaciones en todo el país, escuelas y militantes de todos los partidos políticos. Porque el pedido es urgente y el cambio es posible, Ni Una Menos se instaló en la agenda pública y política.

Una sanfrancisqueña, Cecilia Griffa, decidió componer una canción dedicada a todas esas mujeres que fueron asesinadas y Diario San Francisco se contactó con ella para conocer un poco más de su decisión de escribir, de grabar un video y entrometerse en lo que hoy ya está en la agenda diaria de cualquier argentino.

¿Cómo se te ocurrió componer esta canción para Ni Una Menos?

Bueno, no es que se me haya ocurrido, simplemente me brotó. Fue un día que recibí en uno de los grupos de WhatsApp unos “chistes”, supuestamente graciosos, pero a mi parecer muy machistas y violentos, porque la ubicaban a la mujer en un lugar denigrante, como si fuera un objeto de consumo y de descarte, una propiedad privada del hombre. Me enojé, esa fue mi primera sensación, pensé en mis cuatro sobrinos varones –que estaban en ese grupo de WhatsApp- y me asustó y me angustió pensar que ellos puedan crecer aprendiendo que la violencia machista -en cualquiera de sus formas- es algo gracioso. Y digo en cualquiera de sus formas porque se podría pensar que compartir unos chistes por WhatsApp, algo tan inofensivo, no tiene nada de machista. Seguramente hay muchos hombres que piensan que no reproducen la violencia machista solo porque no golpean a las mujeres. Y el machismo es mucho más que eso… Digo, los femicidios son el último escalón de una escalera de violencia simbólica, microfísica, verbal, intelectual, que afecta a toda la sociedad, que trasciende las clases sociales, los credos religiosos y hasta las ideologías. La violencia machista es un profundo problema cultural… y es tan antigua como la humanidad. Sólo que ahora se denuncia más, se visibiliza, se ha convertido en una categoría social y política. El otro día leí que la palabra femicidio denuncia el modo en que la sociedad vuelve natural algo que no es natural… la violencia machista, y que esa violencia concierne a los derechos humanos, es decir, no es un problema de índole privado, es político.

¿Algún caso en especial te hizo pensar para decidirte en escribir esta canción?

Fue en abril, el mes en que mataron a una mujer por día en Argentina. Cada uno de esos casos me atravesó, la canción salió casi como un vómito, no es que me decidí a escribirla, fue una necesidad, me escupió… Una maestra mía me dijo una vez que lo que no se expresa se impresa… Bueno, yo necesito expresar mis broncas y mis dolores, sino se me quedan en el cuerpo y en el ánimo, y no puedo construir con eso. Cuando me salió la canción se la mandé a mi tía, a mis hermanas y a algunas amigas… y todas me respondieron emocionadas, conmovidas, agradecidas. Después se la canté a mi compañero y le pareció muy fuerte, y sí… él es hombre, de algún modo se siente interpelado por la canción. Estaría bueno que todo el género masculino se sienta interpelado… por suerte algunos varones entienden que para romper con las estructuras de dominación machista, ellos también tienen que problematizar sus roles de poder y sus privilegios, reflexionar sobre sus prácticas cotidianas, para no reproducir formas de desigualdad y de opresión hacia las mujeres. También están los que se enojan, nos dicen locas, exageradas, fanáticas… es el patriarcado que nos metió el chip de que la cosa es así, inamovible, fija, estática, y a veces nos cuesta hacernos preguntas y confrontar con nuestros propios prejuicios y con nuestros propios miedos. Porque eso nos venden también los medios masivos de comunicación y tantas publicidades: nos venden miedo, nos dicen cómo tenemos que ser y hasta qué tenemos que sentir.

¿Qué quiere explicar la canción?

Es bastante literal, no tiene metáforas, quiere decir lo que dice, que a este mundo capitalista y patriarcal le conviene nuestro silencio, le sirve que las mujeres tengamos miedo, que nos sintamos inferiores, indefensas, incompletas… el capitalismo es un sistema organizado para la desigualdad! ¿Cómo no va a convenirle la opresión de género?… Lo que dice la canción es que nos encontremos, propone eso, un encuentro, un reconocernos… dice que hacer cosas juntas nos da fortaleza. De hecho, la movida que llevan adelante movimientos feministas y organizaciones populares en contra de la violencia machista ha interpelado a la clase política y a los personajes más mediáticos. Hasta Tinelli salió a decir en su programa que no le iba a cortar la pollera a las bailarinas… No creo que Tinelli de repente haya tomado conciencia de que está legitimando y reproduciendo desde hace años un estereotipo denigrante de la mujer… es que el movimiento, la organización y las consignas del Ni Una Menos y la lucha de las mujeres lo ha interpelado. Me parece que es importante que nos preguntemos qué podemos hacer desde nuestros lugares, como parte de una familia, en los espacios de trabajo, en nuestros grupos sociales, porque es una responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas, preguntarnos qué prácticas cotidianas cómplices estamos invisibilizando, naturalizando, y cuáles son los dispositivos que sostienen esta violencia machista.

¿Cómo fue la repercusión luego de la composición?

Al video lo filmamos en Cabana, Córdoba, en el patio de la casa de una amiga. Éramos muchas mujeres diciendo y cantando lo mismo. Y fue muy intensa la energía que se vivió en ese momento. Todas nosotras ahí, y nuestros compañeros y amigos varones por fuera, al lado, acompañando… al video lo filmó y lo editó mi compañero, cuando lo vi terminado por primera vez me pareció chocante, todos nuestros rostros ahí y esas miradas tan profundas… después charlando con él me di cuenta de que así fue ese día, intenso y profundo, y que había que soltar la canción, soltar el video, y soltar lo que sea que genere en la gente. Ya es de todas y para todas. Una vez que lo publicamos se empezó a mover… y es muy fuerte lo que sucede… nunca había recibido tantos mensajes de agradecimiento de parte de tantas mujeres desconocidas. “Gracias por poner en palabras lo que sentimos todas”, cosas así… a mí me emociona, inevitablemente me hace pensar en mi mamá, que es la mujer de mi vida. Y estoy agradecida por tanta gratitud…

¿Qué opinión tenés sobre este tema que hace unos años no era primordial en la agenda política en nuestro país?

Me parece que es un tema de carácter político, no es un problema de “seguridad”, no es algo aislado que sucede solamente hacia el interior de algunos hogares… las formas de violencia machista (que son verbales, intelectuales, microfísicas) operan en la familia, en la escuela, en el ámbito de lo público… creo que así como se ha interpelado a estos personajes mediáticos, también se ha interpelado a la clase política, cada vez que salimos a la calle, que marchamos, que denunciamos, que decimos NI UNA MENOS, que exigimos la presencia del Estado. De todas maneras al presidente Macri no parece importarle… de hecho recortó abruptamente el presupuesto asignado a Programas de prevención de la violencia de género y asistencia a las víctimas, y dijo públicamente que a todas las mujeres nos gusta que nos digan que tenemos lindo el culo, textual. Esa es la opinión del presidente… Yo no creo que la violencia de género sea primordial en su agenda.

¿Cuándo comenzaste a transitar el camino de la música?

Desde niña me gusta cantar… Mi primo y hermano Daniel –que es un músico impresionante- me dijo una vez que la música es de todas las personas y para todas las personas, y que no me la pierda ni loca!… La guitarra me acompaña y aunque sé de verdad muy poquitos acordes, hago canciones, me gusta hacer canciones, me hace bien, necesito cantar… hasta hace poquito estuve en una murga que es la más linda de córdoba, se llama “Obligados con el Pie”… ahí aprendí a cantar en grupo y a disfrutar de la fuerza que tiene lo colectivo, y aprendí también que el arte tiene que servir para decir cosas, para hacernos preguntas, para denunciar, para romper, para cuestionar, y para encontrarnos.