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Asfixia al Conicet: en Córdoba, el 86% de los científicos fue descartado

“Podés aguantar un minuto bajo el agua, dos minutos pero en algún momento sabés que te vas a ahogar”, dice Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Químicas y especialista en Bioinformática, para explicar que “en algún momento, no tan lejano”, los laboratorios de investigación van a empezar a paralizarse y “esto tendrá efectos a largo plazo”. Lo que anuncia Quiroga tiene un aspecto fáctico, hace una semana se conoció que 2.100 investigadores -de un total de 2.500 a lo largo del país- quedaron afuera del sistema científico argentino. En ese marco, de las 340 personas que se postularon desde Córdoba, solo 47 fueron aceptadas para trabajar en sus líneas de investigación, con lo cual, el 86,17% de los trabajadores de la ciencia en la provincia quedaron en la calle. El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), pese a que están cualificados en sus áreas, este año les cerró la puerta.

En Córdoba, respecto a los tres frentes por los cuales un investigador puede aspirar a formar parte del sistema científico local, de la convocatoria a Carrera de Investigación de Conicet (CIC), de 189 postulaciones, solo fueron aprobadas 32 y hubo cinco prórrogas para continuar con los trabajos; en cuanto al llamado para Temas Estratégicos que se priorizan cada año para desarrollar, de 120 solicitudes sólo se aceptaron 12 y se prorrogaron cuatro; y para el llamado de Fortalecimiento en I+D+i, que intenta robustecer institutos con muy pocos investigadores, de las 31 aplicaciones apenas fueron aceptadas tres.

“Funeral de la ciencia”
En este contexto, durante el Día de la Ciencia y Técnica en homenaje al médico y farmacéutico argentino, Bernardo Houssey -el primer latinoamericano en recibir un premio Nobel-, investigadores de todo el país se movilizaron para denunciar el ajuste en el sector.

En la Ciudad, la protesta simuló un “funeral de la ciencia” que llegó con un ataúd hasta la plaza San Martín: becas que proyectan una suerte de legalidad del trabajo en negro, sueldos bajo la línea de pobreza y afectados por la devaluación, contratos precarios, embudo en el ingreso a carrera de investigador, falta de presupuestos para comprar insumos, hacer mantenimientos, subsidios para organizar congresos, conectarse con la comunidad científica internacional, no quedar aislados y sobre todo, la incertidumbre de una proyección de la ciencia a futuro como política de Estado. La lista de reclamos es larga, el impacto del vaciamiento, feroz.

Las medidas del Gobierno nacional en cuanto a ciencia y tecnología donde «se pasó de una inversión de 0,35% del PBI a un 0,25%, progresivamente están ahorcando el sistema”, denuncia Quiroga y aclara que en esa compresión “intervienen varias manos”. Por un lado, el recorte al ingreso a carrera de investigador y a su vez, la disminución del número de becas, tanto para estudiantes que aspiran al título doctoral, como los que transitan la instancia postdoctoral. Esto no es menor, debido a que la continuidad y proyección del sistema científico del país, en su armado, depende también de la incorporación de investigadores jóvenes. Una ejecución que ayuda, de alguna manera, a oxigenar la brecha generacional que dejó en el Conicet “la fuga de cerebro” a fines de los ‘90, principios de 2000.

En la misma línea, otro problema que afecta una parte vital de la actividad científica es el financiamiento. Acá hay dos patas: el tema salarial, “los sueldos en Argentina están actualmente muy abajo, incluso respecto al resto de los países de Latinoamérica y ni hablar si se comparan con los de Europa y Estados Unidos”, puntualiza el químico. La otra pata, tal vez la que tiene más efecto, es la reducción del número de subsidios en dólares y el monto de los mismos que se utilizan, por ejemplo, para poder desarrollar una investigación. “Ese dinero es el que se usa para comprar reactivos en los laboratorios que experimentan, para arreglar o comprar equipos. En definitiva son los que le permiten funcionar a los laboratorios”, detalla el científico.

Becarios y administrativos, los más precarizados
Sobre la situación de los becarios, Macarena Fernández, licenciada en Psicología, estudiante de doctorado y delegada de ATE, indicó a este medio que los “estipendios, es decir las becas” no están sujetas a la paritaria nacional de los estatales, como sí ocurre con la planta permanente, el personal de apoyo de Conicet que son los técnicos, y los investigadores que tuvieron un incremento total del 20% desde enero de 2018 a principios de 2019, pero que aún así, respecto a la inflación, están más de un 20% abajo. “Nosotros los becarios, que no somos considerandos trabajadores para el Conicet, estamos afuera, por eso empezamos a movilizarnos”.

El conflicto con los becarios tuvo su punto álgido el año pasado cuando el sector cerró paritarias por un 15% y no estaba claro si los abarcaba. Al final se hizo, pero no se les aplicó la cláusula gatillo por inflación, por lo que en junio de 2018, los “doctorandos” del país tomaron los Centros Científicos y Tecnológicos para hacerse oír.

Durante el reclamo de 2018, lograron el pago de un 4,8%, lo que representó $800 por cada becario. A fines del año pasado, “con un 47% de inflación, a nosotros nos aumentaron solo el 15%” y luego un aumento más del 5%, a principios de 2019. “Todos estos aumentos y cláusula gatillo siempre fueron en función del sueldo de junio de 2018 por lo que el incremento es irrisorio”, puntualizó Fernández.

Una situación similar transitan los que trabajan en el área administrativa de la estructura. En todo el ámbito regional hay cerca de 3.000 trabajadores distribuidos en Córdoba, Río Cuarto y Villa María, son los que se encuentran bajo el artículo nueve del Convenio Colectivo. “Algunos trabajadores tienen 11 años de antigüedad y están contratados. Este modelo permite que nos despidan sin previo aviso, sin motivo, sin indemnización, pueden no renovarnos el contrato anual que tenemos”, explica Pía Renella del CCT en Córdoba.

Durante el 2018 tuvieron renovaciones de contrato por tres meses y en el sector, el espacio de trabajo es reducidos -sin contar la falta de mantenimiento edilicias- y sostienen sueldos por debajo de la línea de pobreza. “Hacemos horas extras que no se pagan en calidad de tal, sino como si fueran horas regulares. Esa situación no ayuda y muchos se terminan yendo”. El año pasado, el aumento paritario que recibieron se entregó en tres cuotas y solo fue del 15% basado en un ingreso anémico.

“Desde que empezó todo esto, estoy trabajando diez horas, y a veces tengo que pensar, ‘este mes pago esto o lo otro’ y eso que yo no tengo hijos. Las condiciones laborales para los que sí los tienen son mucho peor, la gente se termina yendo”, lamentó Renella.

Ciencia sin presupuesto, investigadores aislados
El 30 de diciembre de 2018, Ricardo Pautassi, investigador independiente del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra, mientras organizaba un congreso con invitados de otras ciudades y países, recibió una carta desde el Conicet donde le informaron que “por el momento”, se había suspendido la entrega de los subsidios destinados para estos espacios de encuentro y debate científico.

“Como director de la reunión que íbamos a hacer acá en Córdoba, me tocó tomar la decisión. Vergonzosamente tuvimos que suspenderlo. Llamé a la gente de afuera, y tuve que decirles, ‘no tenemos plata ni para pagarte un taxi si llegas al aeropuerto’”, relata Pautassi.

El investigador señala que en general hubo una marcada subejecución del presupuesto que derivó en muchísimos problemas, uno de ellos, “que es un síntoma”, responde a las condiciones de infraestructura en las cuales trabajan los científicos: “Durante las lluvias de enero se nos cayó el cielo raso del edificio, había goteras y tuvimos que desalojar el espacio por casi 20 días”.

“Los sueldos están atrasados, y la gente del Conicet no puede hacer su tarea con normalidad, los congresos son una actividad básica de los científicos y no se está ejecutando el presupuesto para que los institutos del organismo funcionen bien”, explica Pautassi y destaca que “son medidas de esta situación donde ya se resintieron muchos aspectos, como el mantenimiento de los lugares”. Desde enero, en algunas dependencias, son los mismos científicos que se organizan para hacer la limpieza dentro de los laboratorios.

“2019 será el año de inversión más baja en 13 años”

Los subsidios siempre se dieron en pesos pero ese monto se iba actualizando respecto a la devaluación pero desde el 2016 ya no se restablecieron más. Por ejemplo, si un investigador obtenía un subsidio en el 2014 -que recién ahora se están terminando de pagar- y en ese momento eran 25.000 dólares anuales, ahora son solo 4.000 dólares. En algunos casos, son los propios científicos que ponen dinero de su bolsillo para ir tapando baches, mientras llega el financiamiento.

El 2019 va a ser el año de inversión en ciencia y técnica del Estado nacional más baja de los últimos 13 años, denuncia la comunidad científica. “La palabra asfixiar nos lleva de alguna manera a la intención final que hay atrás de todo esto”, dice Pautassi y explica que muchas veces se plantea que esto es una característica general a nivel país y que la ciencia está sufriendo la consecuencia general -que efectivamente puede pasar- pero «más bien da la impresión que no hay una voluntad política para tratar, aún en ese marco de carestía, de solucionar los problemas, sino de tensar la cuerda aún más y no es nada fácil”.

Fuente: La Mañana. La Mañana